La Feria comenzó con la frialdad ya acostumbrada, un hecho al que además se sumó un inoportuno chaparrón
NUBARRONES y aire fresquito. Paseantes tiesos como una mojama. Guiris despistados. El caballo del retratista, de vacaciones. Los otros, en sus cuadras. La del Lunes de Feria es una jornada que normalmente animan las comidas de empresa y similares. Ocurre que ahora, con esto de la crisis, no hay ni similares ni empresas. Y tampoco trabajadores que vayan a almorzar y reírle las gracias al jefe en busca de un aumento.
El inicio de la Feria también suele ser aprovechado para hacer negocios que luego nunca se cierran pero que al menos justifican la resaca. Como no hay negocio, tampoco hay resaca. Antes, cada uno contaba la Feria tal y como le iba. Ahora casi se ha alcanzado el consenso general. Unos la cuentan mal, y otros peor.
El Ayuntamiento ha hecho un llamamiento a los caseteros para que congelen los precios, que era el único producto que hasta ahora no pasaba por la nevera. A final de la semana será posible saber ya con certeza si se ha registrado o no la esperada deflación. Todo apunta a que el IPC va a mantener cierta estabilidad en el Real.
Las tres y media de la tarde. Hora clave. De los nubarrones y el aire fresquito se pasa al chaparrón. La meteorología brinda una magnífica excusa para quedarse en casa a quienes andaban algo reacios a pasar por el González Hontoria. El ambiente en el Real no es malo en cualquier caso. Cierto es que los paseos aparecen algo desangelados, pero en muchas casetas sí que hay ganas de fiesta.
Para disfrutar de la Feria más bonita, más abierta, más participativa, más democrática, más coqueta, y más y más y más del mundo mundial tampoco hace falta gastar tanto como se piensa. Eso sí, se requiere imaginación. La entrada en el González Hontoria es libre, lo que no deja de ser una pequeña ventaja si uno anda flojillo de medios. Trate de encontrar a algún amigo que le pueda invitar a una copa y media docena de pimientos -olvídese de los langostinos tigre-. Un consejo: no se fíe de aquellos que se le acerquen con euforia excesiva, no sea cosa que le endosen la cuenta de los pimientos.
Hable y baile mucho, pero coma y beba poco. Si alguien le invita entre sevillana y sevillana, pues eso que ha salido ganando. El objetivo del buen feriante es pasar todo el tiempo posible en el González Hontoria gastando lo imprescindible. De vez en cuando conviene aparentar cierto desapego a las cosas monetarias. Invite al personal a clavellinas. Con cuatro o cinco euros puede usted pasar por un marqués. La inversión suele ser rápidamente amortizada.
Haga fotos, decenas, cientos de fotos. Desde que las cámaras cambiaron el carrete por la tarjeta de memoria, el arte de los hermanos Lumiere también es gratuito. Además, tenga en cuenta que mientras se dedique a inmortalizar estas entrañables escenas de Feria no se siente en la obligación de pedir otra media botella.
Las cinco de la tarde. Hace rato que ha dejado de llover y ahora el sol se abre paso entre las nubes. El Real no está ni más ni menos ambientado. Está, que ya es bastante. La sensación generalizada es que la Feria 2009 se encuentra todavía en fase embrionaria, aunque hay quienes vaticinan un crack en toda regla para lo que resta de semana. No será para tanto. A pesar de la crisis, seguro que vendrán días mejores. De momento, este martes no va a llover. Una excusa menos para los ferioescépticos.