De siempre oí que existen personas que odian a los animales, que les hacen daño por placer o que, sencillamente, gustan de humillarles para no sé cómo sentirse. Aunque doy gracias de no conocer a ninguno de estos energúmenos, por desgracia sí que conozco, y de primera mano, las consecuencias de los actos de estos sujetos. Sin embargo, no hay que irse a tal extremo para descubrir serias irresponsabilidades para con los animales. Ya saben: regalito de reyes que se hace mayor de lo que uno esperaba, cachorrito que roe el último mueble que entró en casa, animal que debe sacarse tres veces al día… y al final, como mejor solución, traicionar el cariño y lealtad que estos seres profesan a sus dueños, dejándolos abandonados en cualquier sitio. Si es en una autovía o autopista mejor, así casi nos aseguramos el que, por arte de birlibirloque o, quizás, sólo por amor, no vuelvan a aparecer en la puerta de casa, esperando sin rencor una caricia de aquella misma mano que firmó su sentencia de muerte. Mal ejemplo para nuestros hijos.
De entre los animales, siento un cariño especial por los perros. El amor incondicional que transmiten, es muy beneficioso para las personas con baja autoestima, ayudan a desarrollar el sentido del humor y consiguen provocar la sonrisa de los que conviven en su compañía.
Además de ser muy afectivos, también reclaman afecto, favorecen la capacidad de interaccionar y despiertan el interés por relacionarse con los demás y dialogar con otras personas.
Los estudios demuestran que los niños que se relacionan con animales sanos tienen menos problemas de adaptación, son más responsables y tienen un sistema inmunológico más fuerte. El perro, como otro tipo de mascotas, se convierte en un “rompebarreras” en las relaciones humanas, especialmente en el caso de hijos únicos a los que, por costumbre, les cuesta más comunicarse con otros niños o con adultos.
En algunos casos los animales se utilizan en terapias, especialmente con niños autistas o minusválidos. En general, el contacto temprano con las mascotas es muy beneficioso.
Un caso significativo
Otra más de las numerosas muestras de los beneficios que conllevan el vivir junto a una mascota queda patente en el estudio de Parc Serentill: una residencia situada en Badalona, donde residen 56 ancianos y otros 25 pasan en ella el día. La plantilla estructural la componen 40 personas y dos perros de la raza Golden Retriever.
La experiencia muestra que la presencia de los animales en la residencia y su relación con los ancianos ha estimulado y modificado diferentes aspectos afectivos, comunicativos y cognitivos.
Los resultados obtenidos de este trabajo confirman y verifican, a la vez que amplían, las conclusiones demostradas en anteriores congresos y comunicaciones científicas, centradas básicamente en los beneficios físicos, psíquicos y sociales que aportan las terapias con animales a diferentes poblaciones.
De paso, aprovecho la ocasión para hacerles llegar el mensaje de gratitud, que me hacen llegar mis perros, para todas aquellas personas que gustan de abrir las puertas de su vida a mascotas abandonadas y colmarlas de cariño… quieren que os comente que no cambiéis nunca.
Como leí no sé dónde, quizás algún día pueda llegar a ser tan buena persona como mis perros ya creen que soy.
Después de dieciséis años, Cofito siempre estará con nosotros. Gracias por acompañarnos en este tramo del viaje. Va por ti.
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