Winston Churchill: ‘Muchos ven en la empresa a una vaca a la que hay que ordeñar, otros ven un monstruo al que hay que destruir y pocos ven en la empresa lo que realmente es, un caballo percherón tirando de un carro muy pesado’. Las actividades empresarias son complicadas, son pesadas.
John Maynard Keynes : Nada corrompe más a una sociedad que la desconexión entre esfuerzo y recompensa.
Para los pequeños empresarios el camino para conseguir un crédito se ha convertido en un sendero imposible. ¿Cómo financiar sus simples necesidades de tesorería, cuando el crédito bancario no abunda, y las administraciones no pagan?
Esta la pregunta que se hacen numerosos autónomos dueños de pymes, a los que cada día que pasa, vemos con preocupación transitar al borde del abismo que les lleva inexorablemente a su cierre y desaparición.
El crédito bancario, su primera fuente de financiación escasea y las condiciones se han endurecido.
Finalmente el Gobierno, ha aceptado que el IVA, se pague únicamente cuando se cobre la factura que lo originó. Sin embargo, las devoluciones de este impuesto que las Empresas solicitan, desencadenan una inspección de la Agencia Tributaria, que desanima a los más, y no por ello el trámite de devolución se ve agilizado. En el último debate Duran y Lleida propuso con mucho tino, que Hacienda aceptara la compensación entre los diferentes impuestos, para que no se dé la situación en que por ejemplo, soy deudor del Estado en concepto de IVA, pero acreedor por Impuesto sobre Sociedades. Lo primero me lo cobran, como dicen los sudamericanos al tiro, y para recibir lo segundo hay unos plazos y mecanismos que lo atrasan inevitablemente.
Los sindicatos, nunca reconocieron a los pequeños y medianos empresarios como creadores de riqueza y empleo; más bien, son vituperados y acomunados con las grandes empresas, del IBEX 35, que pueden financiarse en la Bolsa, sin hacer distinción alguna a la hora de reclamarles convenios, que muchos no pueden implementar.
Ha llegado la hora, de reconocer el papel fundamental que en nuestra sociedad juegan estas personas, incluso aquellos autónomos que no tienen empleados, pues son creadores de empleo indirecto. No pueden seguir profesionalizandose como antes, pues en muchos casos han tenido que renunciar a los cursos sin los cuales se quedaran desfasados.
No tienen espacio en los programas de Televisión, no tienen posibilidades de hacer conocer sus problemas y por último no cobraran el paro si los acontecimientos los superan, viéndose obligados a abandonar.
La opinión pública ha visto como el Estado ha acudido en ayuda de los grandes Bancos, y en algunos países con el dinero público se han pagado bonos a los ejecutivos causantes de la bancarrota de su empresa. Véase el caso sangrante de la aseguradora AIG, en los Estados Unidos, donde once de los ejecutivos que recibieron bonos, ni siquiera trabajaban en dicha empresa cuando se les pagó el bono.
Contra más pequeña es una empresa, más difícil lo tiene. Algunos de estos empresarios acudieron y continúan acudiendo a amigos y familiares, para obtener la liquidez necesaria, que les consienta sobrevivir y no decapitar su organización, prescindiendo de empleados valiosos. Los Bancos no responden pues la morosidad se instaló en el sistema y parece aumentar de manera vertiginosa.
Nadie parece preocuparse de estos modernos héroes que contra viento y marea siguen cabalgando solitarios, sin ni siquiera recibir, por parte de la Administración, un pedazo de tortilla española como la que sí le sirvieron en su día, a Zumalacaregui.
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