Victimismo peligroso
Hace unos años, durante la celebración de un partido de fútbol, un conocido ariete de campanillas se molestó con el respetable, hasta el extremo de abandonar el terreno de juego mientras repetía ?no juego más?...
Pues bien, resulta que nuestra ministra de Defensa, después de meter o no la pata –no es precisamente a lo que va dirigido este artículo– decide tachar de machista a todo aquel que la critique. Claro está, es más fácil evitar el debate si se centra la atención en algo tan recurrente como el machismo. Además, la víctima pasa a ser el verdugo y de estar arrinconada, pasa al ataque y con visos de una victoria por puntos. Y de eso la izquierda sabe bastante: el levantamiento contra al República democráticamente instaurada, la guerra civil ganada gracias a la ayuda exterior, la represión franquista y sobre todo el máximo exponente del victimismo de izquierda: ¡Cuidado que vuelve la derecha!
Al igual que pasa con muchas cosas en la vida, el victimismo es un arma muy poderosa para el que la utiliza y muy peligrosa para el que la sufre –si no que le pregunten al innumerable grupo de hombres maltratados acusados y condenados injustamente (porque no son ciertos) de maltrato–. Y de eso las mujeres saben un rato. Sí que es verdad que en nuestra sociedad existe mucho machismo, y que las mujeres son vilipendiadas en repetidas ocasiones bajo el yugo de los misóginos y machistas, pero también es cierto que muchas féminas utilizan el rol de víctimas para salir airosas en ciertas ocasiones, y esto es algo muy peligroso. De la misma forma que algún día, algún juez desmontará esta caza de brujas feminista, bajo la que se amparan malos tratos vergonzosos y otros falsos, y con ello dará rienda suelta a los maltratadores para que sigan campando a sus anchas, como hace unos años. La igualdad tan anhelada da un paso atrás cada vez que una mujer califica de machismo algo que no lo es.
Pero no se crean, que este victimismo es exclusivo de las féminas, bajo él se escudan trabajadores mediocres que acusan a sus patronos de explotadores, empresarios de medio pelo que tildan a sus empleados de desagradecidos, funcionarios estresados por las directrices de sus jefes, borrachos al volante que condenan el abuso de poder de las fuerzas de seguridad, niñatos incívicos que vacilan a Dios y a su madre… pero los que se llevan la palma por su rápida adaptación al sistema, son los inmigrantes. Hace unos meses, en una terraza concurrida de nuestra ciudad, se encontraba un señor de color, que en tiempos vendía sus mercaderías como otros tantos, ahora se había dado cuenta de que pidiendo se sacaba lo mismo o quizás más, y se exponía menos. En esto un señor le invitó a abandonar la terraza, no por ser de color, sino por estar mendigando y por ende molestando a los clientes, evidentemente el susodicho alzó la voz, haciendo pública su desdicha al igual que el racismo del otro individuo.
Tengan cuidado, estamos rodeados, cuando menos se lo esperen algún ser desvalido les va a dejar de una pieza, al tiempo. Por otro lado, ya sabemos lo que va a decir Obama a sus detractores, cuando las cosas no le vayan bien. Sois unos racistas.
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