Cuaresma también tiene dilema
40 días que desembocan en Semana Santa y los dichos sobre sucedidos o exagerados acerca de situaciones, vienen al caso. Quedan en la conversación de tú a tú. Graciosos y pícaros, picajosos y con cierta mala uva. Acerbo cultural.
Así que, después de circunloquios y sin tener ninguna connotación que no sea reflejar lo que millones o sólo miles de veces ha salido de las gargantas de baenenses, andaluces y españoles, nos ponemos a la faena con ayuda de quienes han conseguido aportar o recopilar el dicho de los dichos.
Uno
"A Cristo prendieron en el huerto porque allí se estuvo quieto". Lejos de significar un reproche a lo que las Escrituras sagradas cuentan del Señor orando en Getsemaní antes de entregar su vida en sacrificio, acentúa la idea de que no se debe despreciar la amenaza, tan presente últimamente en esa ventana que se abre en los medios de comunicación modernos y antiguos. Debemos poner, o intentar poner los medios necesarios para librarnos de determinados peligros y no pisar terrenos fangosos o pantanosos si no queremos hundirnos. Hay algunos irreverentes que prefieren señalar aquello de "Fíate de la Virgen y no corras", pero tampoco podemos obrar siempre como seres desconfiados pese a que "Tras la confianza venga el peligro".
Cuaresma es. Y a ella podemos volver ciñéndonos lo más posible al hecho religioso, representado por dos figuras esenciales en la imaginería católica de Semana Santa. Ambas ya citadas, como se hace en el refrán que atestigua que "A la Virgen, salves; a los Cristos, credos; pero los cuartos quedos". Que es una crítica a quienes están pegados al llamado santurreo pero mantienen cocodrilos en los bolsillos de la caridad, como que no sueltan nada más que oración, que no es poco, según los casos. El otrora arcipreste de Baena, Juan Huertas Palma, lo dijo con más gracia aunque se refiriera a la sonoridad de las campanas: "Sólo darán las horas y las medias que los cuartos me los quedo yo para pagar la reparación". Ser generosos no está de más, ni en la plegaria ni en la monetaria dedicación a los demás en la medida que se pueda. Y aquel que reza (en sentido de expresión) "A mal Cristo, mucha sangre", pues en este caso no se mete ni con el Señor ni con su significación ni con su sangre. Arremete contra aquellos artistas (o critica a aquellos artistas) que han utilizado mucha sangre como recurso en la creación de imaginería de Jesús crucificado, como una forma de tapar carencias profesionales o artesanas. Es verdad que a veces las cosas sin explicar pueden quedar un poco oscuras. No viene mal matizar, por tanto, y más en este tiempo de Cuaresma donde hay momentos para la reflexión.
Antes de
Podemos echar una miradita algo atrás, no mucho, a los días previos al Miércoles de Ceniza, a los de Carnaval. Esos denominados fiestas o Pascua de antruejo: "Antruejo, buen santo; pascua, no tanto", significando una censura a quienes dan sólo aquello que no les sirve (al menos da algo no como el de los cuartos), que parece arrancar de los regalos a los siervos antes de Cuaresma de las sobras de las comidas de Carnaval. No es por tanto un paradigma, como debiera ser y así lo cuenta el aserto de "Bien predica fray ejemplo, sin alborotar el templo", o algo así como que la pasión alborotada tienen menos eficacia y poder de persuadir que el ejemplo sencillo pero profundo en intensidad. O igualmente "Bien predica quien bien vive" que diría don Miguel de Cervantes en El Quijote.
Pudiera darse a entender que al centrar de la predestinación cristiana del Señor que nació para morir por la Humanidad, el dicho "Cura y el que cura no tienen la hora segura", se refiere precisamente a eso, a que les espera el otro mundo aunque sin tiempo definido, sin día D ni hora H. Pues no, matizando el refrán, parece claro que el sacerdote y el médico están siempre de guardia y, además, pueden ser llamados para ejercer su profesión o ministerio en cualquier lugar. También en una procesión, ambos, el cura rezando y el médico asistiendo cualquier desmayo o dolencia de cofrade o costaleros, por ejemplo.
En el transcurso de los cuarenta días del periodo cuaresmal, son obligaciones cristianas la reflexión y el ayuno, especialmente en fechas significadas. Pues bien, esa prohibición de comer carne (del pulpo, pescaíto y varios al cordero ya el Domingo de Resurrección), también ha dado para muchos asertos populares. "El diablo, harto de carne, se metió fraile". Tentó a Jesús con los pecados del cuerpo y de la gula porque él estaba cansado de ellos. Y luego, a la vejez, se convirtió. En definitiva, tras una vida desordenada y libertina, con la madurez muy madura, hay quienes adoptan posiciones morales rígidas y costumbres cristianas y acomodadas a la creencia y la fe. Abundando en ésta: "La fe, sin ojos ve", reproduciendo en el sentido popular lo que en Los Salmos se cuenta como que el Señor alumbra a los ciegos. También afirman que Campoamor, un tanto escéptico en las formas y el fondo, escribió que la fe nunca tropieza aunque sea ciega.
Pues de todo hay, evidentemente, en los cientos de refranes que tienen que ver con la Cuaresma y su significado cristiano. Y que sería menester referir para darnos cuenta de que la imaginación popular, a veces no escrita, otras veces no dejada escribir, supera lo propiamente imaginado aunque parezca una contradicción o una paradoja.
FINAL
Para acabar con lo que sería más local, con lo primigenio, aunque la apariencia engaña como suele suceder y es habitual, y el aserto no se refiera a la figura del Judío de Baena. Pero podemos hacer la extrapolación: "Más judíos hizo cristianos el tocino y el jamón, que la Santa Inquisición". O lo que es lo mismo, aunque todo el mundo haya podido deducirlo, ambos elementos son tan excelentes que hasta quienes tenían o tienen prohibido comerlos por la ley mosaica (cerdo no), pues...
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