Los ambulantes comienzan a vender su mercancías casi al costo
Cientos de personas, en su mayoría mujeres, se desplazan cada lunes al mercadillo de la Zona Sur en busca de la mejor ganga. El problema llega cuando la crisis también ahoga a los que por casa tienen cuatro ruedas y por negocio unos pocos metros cuadrados a la intemperie. Todos los comerciantes coincidieron ayer en apuntar que “esto está lleno porque todas dan muchas vueltas pero, fíjate, llevan las manos vacías”. Y tenían razón.
No dudan en decir que “la crisis se nota bastante. Vendo blusas, chalecos y vaqueros hasta por tres euros, por lo que no les gano casi nada”, explica Antonio Pérez, propietario del puesto número uno del mercadillo jerezano. A pocos metros, en el número dos, apuntaron lo mismo. “¡Claro que hay crisis!, todos miran y nadie compra”, además recordaron que “no sólo pagamos la mercancía, también le tenemos que hacer frente a los 1.000 euros que pagamos al año para poder contar con este espacio”, a lo que hay que sumar lo que tienen que pagar por autónomos, desplazamientos, número de empleados,...
Los que se libran de puntillas de esta cuesta de enero (que tiene visos de seguir todo el año), son los puestos alimenticios que, como el de aceitunas, sigue vendiendo. Una de sus trabajadoras, Eli Fernández, aclaró que “en vez de diez euros, ahora se gastan cinco, pero lo importante es que por lo menos compran que, a estas alturas, no es poco”.
Precios por los suelos
“La cosa está mal. Si ahora no puedo vender los zapatos a dos euros, ¿qué me ocurrirá cuando se le acabe el subsidio a todas las personas que ahora están cobrando el paro?”. De este modo, Juan Manuel Cánevas mostró ayer su preocupación “ante lo que se nos viene encima”, recordando que “lo poco que tiene la gente se lo gasta -como es lógico- en comer”, apuntó este comerciante del mercadillo. Además de zapatos, ayer también se podía encontrar a dos euros pantalones vaqueros, camisas, blusas,... que a pesar de venderse casi a precio de costo no lograron convencer a los bolsillos jerezanos.
Sin duda, todo hace presagiar que otra de las grandes perjudicadas por la falta de solvencia en las economías familiares será la Feria del Caballo. Como antesala de lo dicho, está la venta de telas para confeccionar el típico traje de flamenca que ya ha empezado a sufrir, nunca mejor dicho, los primeros ‘recortes’. Una de las vendedoras comentó que “vendo las telas al mismo precio que hace cuatro años y aún así, me dicen que están muy caras, ¿pero qué quieren que se las regale?”