Hoy hablamos de... la resilencia En física la resilencia es la capacidad que tiene un cuerpo de absorber energía antes de comenzar a deformarse. Esta idea se extrapola al ámbito psicológico usando este término para definir la capacidad de un sujeto para hacer frente a los problemas y superarlos. La resilencia o capacidad de enfrentarse a los problemas del día a día, como habilidad que es, puede entrenarse, así que tomen buena nota: mantener la autoestima siempre alta y dedicar un tiempo para nuestro disfrute son capaces de arreglar la vida.
Para empezar se me ocurre una pregunta: ¿creen ustedes que las personas más felices son aquellas que tienen menos problemas? -en el hipotético caso de que el “tener problemas” fuera susceptible de ser medido-. Permítanme dar algunas pistas que les ayude a buscar una respuesta correcta. ¿Conocen o, en su caso, han oído hablar de algún enfermo terminal que durante los últimos meses de su vida se aferra a la misma con la intensidad necesaria como para saborear hasta el último de los milisegundos que le queda hasta la bajada del telón de la obra que ahora escribe? Bien ¿quizás un padre que ha perdido a su hija cuando empezaba a florecer y que, sin embargo, sigue intentando sonreír a la vida cuando ésta le propone alguna tregua? ¿Y aquel marido bien avenido y joven que de la noche al día se torna viudo sin previo aviso, con nocturnidad y alevosía y, que a pesar del descarrilamiento del tren en el que viajaba y que con tanto esfuerzo y sacrificio echó a andar, decide coger otro y darle una nueva oportunidad a su viaje? ¿Tienen la respuesta? Obvia, ¿no? Algunas investigaciones muestran que las personas que se consideran más felices son aquellas que han aprendido a hacer frente a los problemas y manejan más recursos para resolver las vicisitudes de la cotidianeidad. Es la resilencia una habilidad con la que nacemos y que evoluciona a lo largo de nuestra vida, bien potenciándose, bien aminorándose hasta ser casi imperceptible para uno mismo. ¿Qué o quién adquiere importancia en la evolución de nuestra resilencia? Cada vez hay más padres que, en un intento de liberar a sus hijos de los males de este mundo tratan de evitarles todo contratiempo. Se pliegan a todas sus peticiones con la razón última de no contrariarles en nada para que no se sientan frustrados. Estos padres piensan que si evitan todas las situaciones que puedan suponer un problema para sus hijos, éstos llegaran a adultos sin haber conocido la pena ni la tristeza. ¿Y después qué? Imaginen. Piensen en un adulto al que de niño papá y mamá no permitieron ningún tipo de frustración para, así, poder salvar a su pobre hijito de los sinsabores de la vida, total ya tendrá tiempo. Imaginen un adulto que a temprana edad empezaba a caminar y que a cada caída raudos y veloces acudían sus padres para levantarlo y acurrucarlo sin darle la oportunidad de alzarse por sí mismo y comenzar de nuevo. Imaginen un adulto que en su niñez nunca recibió un no de sus padres, que nunca tuvo que esperar turno para hablar, que nunca conoció límites para no herir sus sentimientos. ¿Quieren más? La resilencia o capacidad de enfrentarse a los problemas del día a día, como habilidad que es, puede entrenarse, así que tomen buena nota. Nimiedades capaces de arreglar un día… tras otro - Autoestima siempre alta. Aprendamos a querernos y a encontrar esas capacidades que nos hacen especiales y diferentes. - Tratémonos, al menos, con el mismo respeto con el que tratamos a los demás. - Permitámonos un tiempo para nuestro disfrute y para nuestras aficiones. - Encaremos las dificultades con flexibilidad y buscando soluciones creativas. - Seamos proactivos anticipándonos a los problemas. - Perdamos el miedo a pedir ayuda. Una muestra de grandeza personal es saber pedir ayuda cuando la necesitamos. - Y por supuesto, tratemos de buscar siempre el lado amable de las cosas.