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El 90% de mujeres comienza a infravalorar su imagen por la familia y el 60% por el médico

Los trastornos de la conducta alimentaria son multifactoriales, ha recordado María Calado, una de las investigadoras de la UNIR que ha elaborado el documento

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Hasta un 90 % de las mujeres recibe de su entorno familiar comentarios sobre su aspecto físico, sus decisiones sobre alimentación que les hacen infravalorar su imagen, y a un 60 % le llegan del médico, lo que lleva a muchas, sobre todo si tienen sobrepeso, incluso a evitar ir a consulta por miedo a ser juzgadas.

El informe "Mujeres jóvenes y trastornos de la conducta alimentaria. Impacto de los roles y estereotipos de género", promovido por el Instituto de las Mujeres y presentado este martes en el Ministerio de Sanidad, pone de manifiesto cómo adelgazar es y ha sido el propósito vital de muchas féminas en España.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son multifactoriales, ha recordado María Calado, una de las investigadoras de la UNIR que ha elaborado el extenso documento; pero lo que no se debe olvidar es que el 90 % aparece en mujeres y que entre las que no desarrollan uno de estos trastornos, tienen tal preocupación por sus cuerpos que "están inseguras e insatisfechas" con él.

Medios y redes sociales bombardean con unos cánones de belleza, atribuida casi en exclusiva a la mujer blanca y delgada, que con frecuencia son manipulados con imágenes retocadas.

Miedo a ser humilladas en el médico

Pero donde primero nacen esos mensajes pesocentristas es en la familia: entre un 80 y un 90 % de las casi 700 mujeres con TCA encuestadas en el informe reportan haber recibido en casa comentarios sobre sus decisiones de alimentación (96,3 %); su aspecto físico (90,7 %); su peso (88,3 %); el ejercicio físico (86,8 %) y su forma de vestir (83,4 %).

Seguido de los propios profesionales sanitarios, entre los que se ha instaurado un "discurso hegemónico de asociar obesidad y enfermedad". Casi dos tercios cuestionan sus kilos o su dieta.

La presión sobre las mujeres que incumplen las medidas instauradas como perfectas se traduce en ansiedad desde semanas antes de ir a una consulta médica -que no necesariamente tiene que ver con su peso- e incluso las evitan "por miedo a ser humilladas".

Tampoco encuentran referencias en los medios, redes o la industria audiovisual, ni encuentran ropa que les guste de su talla, ni van al gimnasio o centros deportivos por ser lugares hostiles, mientras se someten a ciclos interminables de dietas y ejercicio físico intenso que acaban dañando su salud física y mental.

Los centros escolares también son fuente de conductas discriminatorias donde muchas veces, además, las campañas de prevención lo limitan todo a la práctica de ejercicio y la dieta cuando "el cuerpo en la salud depende de un montón de determinantes", ha denunciado Calado.

En este ámbito, y en el laboral, asciende a 60 % la cifra de mujeres sobre las que pesan comentarios sobre su aspecto o su alimentación.

Los ingresos por TCA se duplican en adolescentes en tres años

La imagen corporal empieza a construirse a los 10 años; sin embargo, como puntualiza el documento, "se normaliza que niños con cuerpos más grandes reciban comentarios gordofóbicos" de todos estos ámbitos que les lanzan "mensajes como que deben 'cuidar o moderar su alimentación', lo que les lleva a pensar que "su cuerpo es problemático y deben cambiarlo".

Cuando los menores a los que se somete a una dieta "no aprenden a comer más saludable, aprenden a odiar más sus cuerpos", abunda.

Unas afirmaciones que se sostienen con los datos que ha ofrecido Ana Rosa Sepúlveda, psicóloga y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid: los ingresos de menores de 10 a 14 años por TCA han pasado de los 276 en 2019 a los 392 en 2020 y a los 580 en 2021.

En el caso de los adolescentes de 15 a 19, la progresión ha sido de 497, 619 y 994, respectivamente.

"Me encantaría visibilizar que a los chicos también les pasa, pero ser mujer es el primer factor de riesgo para tener un TCA", ha subrayado la psicóloga.

Las mujeres, ha añadido Cristina Hernández, directora del Instituto de las Mujeres, reciben "diariamente comentarios y descalificaciones" sobre sus cuerpos y esto multiplica su insatisfacción corporal. "No solo es una cuestión de salud. Nuestra insatisfacción devora nuestro tiempo, nuestra energía y también nuestra alegría", ha lamentado.

"Somos educadas en la obligación de gustar, de no molestar y de encajar en los deseos de otros. Se espera de nosotras que estemos delgadas, que quiere decir que estemos siempre a dieta. Ese estar guapa es estar delgada. Sabemos que es una tarea que no termina nunca. La cultura de la dieta es sobre todo, una conducta. Es la violencia simbólica", ha concluido. 

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