En ese juego de espacio y tiempo, nos podemos sentir tan cerca y tan lejos de las personas y los objetos, y vamos aprendiendo que lo que no hacemos realmente nuestro , dejamos que pertenezca a otros. Nuestra posición en la vida , en la cima o en la base de la sociedad , nos recuerda que nuestra influencia solo la alcanzaremos en la medida en que seamos capaces de penetrar en la conciencia de aquellos que pretendemos que nos acompañen y mientras no lo consigamos, tal vez lograremos tener su simpatía pero no su empatía.
Los grandes momentos de nuestra existencia, esos que deciden nuestro pasos e incluso nuestra vida, casi siempre están fuera de toda programación racional, porque las grandes teorías, a veces, emocionan; las vivencias profundas, siempre conmocionan, y estando tan lejos y tan cerca, casi nada sustituye o supera a la vivencia. Si tratamos de resolver los problemas, somos mucho más efectivos cuando los hemos vivido.
Hoy en día asistimos a grandes cambios entre velocidades fascinantes e insospechadas y resulta muy difícil estar permanentemente actualizados en nuestros conocimientos, y cada vez vamos más deprisa hacia no sabemos dónde, y entre ambiciones y codicias, sueños y fracasos, estrategias y casualidades, bondades y maldades, talentos y estupideces, impulsos y racionalidades recorremos un camino en el que construimos nuestra personalidad.
Nuestra conciencia del ser y tener que deberían estar bien diferenciadas y por tanto lo suficientemente lejos para no emborracharnos y confundirnos, se encuentran tan cerca y embrollados, que la mayoría de las ocasiones lejos de ejercer de personas con valores y aspiraciones que nos permite ser quienes somos, nos asignan el papel de meros consumidores que solo pensamos en tener, si es posible más que los demás.
La mentira se ha instalado como reina en el trono de la vida pública. Y se juega con las expectativas de los pueblos, mintiendo una y otra vez a la ciudadanía como gozaran de una perversa franquicia entre cuyas atribuciones está el tomarles el pelo a la gente y no cumplir lo que prometen y mantienen el poder mintiendo y engañando, sin responsabilizarse de aquello que nunca cumplen por muy necesario y prioritario que resulte para la comunidad.
La palabra, la verdad y el compromiso deberían ser inherentes al ejercicio de la función pública, porque estar honestamente al servicio de los demás es quizás, el más glorioso y positivo sacrificio, porque requiere por nuestra parte vocación sin límite, talento sin freno y ejemplaridad en todo momento.
Tan lejos de la sabiduría y tan cerca de la ignorancia, nos lleva a la conclusión que nada multiplica más la idiotez, que los fanatismos, que son corsés mentales que crean temores infundados, sometimientos absurdos y osadías sin ideas, y todo por una sencilla y complicada razón, en la medida que no nos abrimos a los otros y nos ventilamos mentalmente, nos asfixiaremos en nuestros propios hervores.
Superficiales y profundos, vulgares y excepcionales, intrusos, curiosos y entrometidos, vamos descubriendo que nuestros mayores amigos y enemigos, entre luces y oscuridades, ángeles y demonios, somos nosotros mismos. Entre prisas y aplazamientos. no acertamos a situar lejos y cerca la frontera entre lo lujoso y lo hortera.
Nos pasamos la vida entre asuntos pendientes, gozos y pesares, y nos encontramos con personajes y situaciones de leyenda que nos enseñan cosas increíbles .