La crisis y el agua ahogan a los comerciantes del Piojito
Las lluvias echan por tierra la campaña navideña de los vendedores ambulantes
El temporal de las últimas semanas ha echado por tierra la campaña navideña de los comerciantes del Piojito. Las lluvias constantes que ha sufrido Cádiz durante todo el mes de diciembre y los primeros días del mes de enero han provocado que los puestos que cada lunes se colocan en la avenida de la Bahía, en la barriada de la Paz apenas hayan tenido afluencia de clientes, y en muchos casos, ni siquiera han podido llegar a colocarse.
En total han sido cuatro las semanas que la lluvia ha impedido a los vendedores deshacerse del abundante género que habían acumulado de cara a las Navidades.
Las consecuencias han sido devastadoras. “Hemos perdido cerca de dos mil euros por semana”, cuenta Gabriel, propietario de uno de los puestos de ropa. La cifra es tremenda si se multiplica por los cuatro lunes que no ha podido abrir: ocho mil euros. Se trata de un dinero “que ya no tenemos manera de recuperar”, sobre todo porque la época anterior a los Reyes es la de mayor venta tradicionalmente. Encima, los vendedores ambulantes se encuentran con el hándicap de que en época de rebajas la mayor parte de los clientes están en las tiendas tradicionales, por lo que ni siquiera la jornada de ayer, en la que la lluvia les dio una tregua, fue positiva.
Otro de los vendedores, Emilio Amaya, coincide con su compañero en que las pérdidas han sido muy grandes por culpa de los días de inactividad. “Se ha atrasado todo. Ahora vamos a tener mucho más complicado salir del género que tenemos acumulado, explica desde su puesto lleno de zapatos y botas. Para poder atraer a la cliente, Emilio dice que han tenido que bajar mucho los precios, y eso, aparte de las rebajas habituales que siempre llegan en estas fechas, también en el Piojito.
Juan Marcial está al frente de un puesto cargado con una montaña de chándals y con pocos clientes alrededor. Se queja de que a estas alturas “ya teníamos que haber renovado todo el género. Ahora mismo lo único que sacamos es para pagar. Las ganancias son prácticamente inexistentes, y lo que hemos perdido en estas cuatro semanas ya no lo vamos a recuperar nunca”.
Otro veterano vendedor, Rafael Moreno, calcula que esta campaña navideña habrán vendido “un diez por ciento de lo que hemos sacado en años anteriores”.
“Entre la crisis y el agua nos han matado”, dice Rafael, quien afirma que para poder vender toda la ropa que tiene almacenada va a tener que rebajar “hasta en un cincuenta por ciento el precio de coste, de sacar algún tipo de beneficio ya ni hablamos. Quien pueda guardará lo que no ha vendido para el año que viene, pero lo demás habrá que tirarlo prácticamente”,
En el Piojito se colocan todos los lunes, aproximadamente, unos 300 puestos. Juan ha sido uno de los pocos que en las semanas anteriores se ha atrevido a desafiar al mal tiempo y ha abierto. No obstante, apenas si ha vendido unos 80 o 100 euros por día, “pero cuando hay necesidad, no hay más remedio”.
quejas
Además de en las pérdidas económicas, todos los vendedores coinciden en algo: “Nadie nos ayuda ni nos va a ayudar”, dicen.
A este respecto, comentan que “el Ayuntamiento nos cobra los impuestos correspondientes nos pongamos o no, y encima por adelantado”. Los comerciantes, piden comprensión y que “sean un poco flexibles a la hora de reclamarnos los pagos dándonos un margen mayor”.
Además, otro queja general es la del lugar donde están situado, a pocos metros de la bahía y sin protección alguna ante las inclemencias del mar. Un malestar que ya viene de largo.
En total han sido cuatro las semanas que la lluvia ha impedido a los vendedores deshacerse del abundante género que habían acumulado de cara a las Navidades.
Las consecuencias han sido devastadoras. “Hemos perdido cerca de dos mil euros por semana”, cuenta Gabriel, propietario de uno de los puestos de ropa. La cifra es tremenda si se multiplica por los cuatro lunes que no ha podido abrir: ocho mil euros. Se trata de un dinero “que ya no tenemos manera de recuperar”, sobre todo porque la época anterior a los Reyes es la de mayor venta tradicionalmente. Encima, los vendedores ambulantes se encuentran con el hándicap de que en época de rebajas la mayor parte de los clientes están en las tiendas tradicionales, por lo que ni siquiera la jornada de ayer, en la que la lluvia les dio una tregua, fue positiva.
Otro de los vendedores, Emilio Amaya, coincide con su compañero en que las pérdidas han sido muy grandes por culpa de los días de inactividad. “Se ha atrasado todo. Ahora vamos a tener mucho más complicado salir del género que tenemos acumulado, explica desde su puesto lleno de zapatos y botas. Para poder atraer a la cliente, Emilio dice que han tenido que bajar mucho los precios, y eso, aparte de las rebajas habituales que siempre llegan en estas fechas, también en el Piojito.
Juan Marcial está al frente de un puesto cargado con una montaña de chándals y con pocos clientes alrededor. Se queja de que a estas alturas “ya teníamos que haber renovado todo el género. Ahora mismo lo único que sacamos es para pagar. Las ganancias son prácticamente inexistentes, y lo que hemos perdido en estas cuatro semanas ya no lo vamos a recuperar nunca”.
Otro veterano vendedor, Rafael Moreno, calcula que esta campaña navideña habrán vendido “un diez por ciento de lo que hemos sacado en años anteriores”.
“Entre la crisis y el agua nos han matado”, dice Rafael, quien afirma que para poder vender toda la ropa que tiene almacenada va a tener que rebajar “hasta en un cincuenta por ciento el precio de coste, de sacar algún tipo de beneficio ya ni hablamos. Quien pueda guardará lo que no ha vendido para el año que viene, pero lo demás habrá que tirarlo prácticamente”,
En el Piojito se colocan todos los lunes, aproximadamente, unos 300 puestos. Juan ha sido uno de los pocos que en las semanas anteriores se ha atrevido a desafiar al mal tiempo y ha abierto. No obstante, apenas si ha vendido unos 80 o 100 euros por día, “pero cuando hay necesidad, no hay más remedio”.
quejas
Además de en las pérdidas económicas, todos los vendedores coinciden en algo: “Nadie nos ayuda ni nos va a ayudar”, dicen.
A este respecto, comentan que “el Ayuntamiento nos cobra los impuestos correspondientes nos pongamos o no, y encima por adelantado”. Los comerciantes, piden comprensión y que “sean un poco flexibles a la hora de reclamarnos los pagos dándonos un margen mayor”.
Además, otro queja general es la del lugar donde están situado, a pocos metros de la bahía y sin protección alguna ante las inclemencias del mar. Un malestar que ya viene de largo.
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