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26 de abril de 1986. El mayor desastre de la historia de la humanidad

Alumnos del IES Los Molinos participan con sus trabajos con el periódico Viva Conil divulgando temas de actualidad y ciencia.

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  • Imagen de archivo de la noria de Pripiat, una ciudad fantasma tras Chernóbil. -

Somos esclavos energéticos. Nuestra forma de vida nos obliga a utilizar todas la fuentes de energía disponibles. Materiales como el carbón o el petróleo, y fe­nómenos como el viento o las olas, constituyen fuentes de energía. Una de estas fuentes es la energía nuclear que procede de la reacción controlada de fisión de átomos de uranio en centrales nucleares.

Se cumple el aniversario de una de las tragedias que han hecho tambalear la humanidad: La explosión de la central nuclear de Chernobyl.

En concreto, la energía nuclear es imprescindible porque produce electricidad de forma fiable todos los días del año. Este tipo de energía ofrece bastantes benefícios. En un momento de la historia en el que la contaminación atmosférica alcanza niveles peligrosos para la supervivencia de nuestra especie, la energía nuclear reduce la dependencia de los combustibles fósiles, no desprende gases de efecto invernadero y genera una gran cantidad de electricidad a precio barato.

Sin embargo, presenta muchos inconvenientes como por ejemplo la producción de desechos radiactivos, su utilización para crear armas nucleares con fines bélicos y la posibilidad de que sucedan accidentes nucleares como el de Chernobyl en 1986.


En plena guerra fría, con un enfrentamiento político, social, económico, ideológico y militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el 26 de abril de 1986 a la 1:23 de la mañana el tiempo queda detenido en Pripyat, una pequeña localidad a 16 km de la frontera entre Ucrania y Bielorrusia.

Esa fatídica noche, Anatoli Diátlov, el jefe encargado de supervisar el turno de noche de la central nuclear de Chernobyl lleva a cabo una prueba de seguridad en el reactor 4.  Se realizaron cambios absurdos que llevaron al reactor a alcanzar su límite radiactivo. A la 1:23, los ingenieros intentando salvar la situación pulsaron el botón “AZ5” que inició una reacción en cadena que hizo que el núcleo explotara con mucha fuerza, el techo voló por los aires y se originó una nube de contaminación que afectó por completo a la ciudad de Pripyat. 31 personas murieron como resultado inmediato y unas 200.000 tuvieron que ser desalojadas. La ciudad quedó abandonada.

El accidente generó los efectos secundarios en personas que vivían cerca del lugar: cataratas, hemorrágias, cáncer, problemas cardiovasculares e inmunitarios. Es complicado hacer un balance de víctimas, se estima que cerca de 60.000 de las personas que ayudaron a limpiar la zona murieron como consecuencia a la sobreexposición y otros 150.000 enfermaron con algún tipo de cáncer. Los efectos perdurarán muchos años. La revista científica International Journal of Cancer, predice que "para 2065, sobre 16.000 casos de cáncer de tiroides y 25.000 casos de otros tipos de cáncer se pueden esperar debido a la radiación del accidente”

La energía nuclear tiene muchos riesgos, como hemos mencionado anteriormente. Los accidentes se han sucedido de forma periódica. En Mayak (Rusia) hubo un vertido de resíduos radiactivos en 1957. Más recientemente, en Fukushima (Japón) un terremoto afectó a la central nuclear, causó fallos en la planta y provocó un vertido de resíduos en 2011.

En España funcionan actualmente siete reactores que generan más del 20% de la electricidad consumida en el país, lo que la convierte en la primera fuente de producción en nuestro sistema eléctrico en las últimas décadas. También existe un centro de almacenamiento de residuos radiactivos de muy baja, baja y media actividad en El Cabril (Córdoba).

Casos como el de Chernobyl nos hacen ver las limitaciones que tenemos los seres humanos y la gravedad de nuestras acciones sobre el planeta. Debemos apoyar de forma urgente la inversión y desarrollo de energías límpias, renovables y respetuosas con el planeta. Nos va la vida en ello.

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Alumnado del IES Los Molinos participan con sus trabajos con el periódico Viva Conil divulgando sobre ciencia y otros temas importantes en su realidad cotidiana. En esta ocasión ha sido redactado por las alumnas Sofía Muñoz y Adriana Gallardo de 1º ESO.

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