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Curiosidades (I)

Curiosidades las hay en todas las disciplinas. La psicología no podía ser menos. Los neurólogos estadounidenses Sandra Aamodt y Sam Wang desentrañan en cincuenta curiosidades los secretos de los fascinantes 1.400 gramos de materia que se alojan en el cráneo de cada uno de nosotros.

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  • Juan Manuel Bermúdez
Curiosidades las hay en todas las disciplinas. La psicología no podía ser menos. Los neurólogos estadounidenses Sandra Aamodt y Sam Wang desentrañan en cincuenta curiosidades los secretos de los fascinantes 1.400 gramos de materia que se alojan en el cráneo de cada uno de nosotros. En este artículo les haré partícipe de algunas de ellas. 

 - Beber no destruye neuronas. Beber en exceso durante muchos años da lugar a que se reduzca el tamaño del cerebro pero, por lo general, se trata de un fenómeno reversible. El vino tinto puede incluso proteger el cerebro, al reducir el riesgo de derrames cerebrales, siempre y cuando la dosis oscile entre dos vasos a la semana y hasta tres vasos al día como máximo. 


- Un golpe fuerte en la cabeza no cura la amnesia. Por mucho que el cine se haya empeñado en convencernos de lo contario. Tampoco se consigue con hipnosis, ni con la visión de un objeto muy apreciado. 

- Es falso que sólo empleemos el 10%. El mito del 10% es la falsa creencia sobre el cerebro más extendida, pues apela a nuestro deseo de mejorar. Algunas encuestas han descubierto que esto es lo que piensa la mayoría de las personas de Estados Unidos y de Brasil. 

- Es capaz de sintonizar sonidos. Resulta complicado utilizar el teléfono móvil en un lugar ruidoso. Taponarse el otro oído con un dedo no da resultado. En lugar de eso, tápese el micrófono del aparato para oír mejor. Este truco aprovecha la capacidad del cerebro para separar las señales que le llegan desde diferentes lugares. 

- Los testigos presenciales no son fiables. El cerebro se desembaraza de la mayor parte de la información que le llega del exterior una vez que ha comprobado que no reviste novedad. Por esa razón los testigos presenciales son manifiestamente de escasa fiabilidad, en parte porque todos creemos que vemos y recordamos más detalles de los que realmente podemos ver y recordar. 

- Sólo consume el equivalente a dos plátanos. Todo el consumo de energía puede medirse con la misma unidad de potencia: el vatio. El cerebro sólo emplea 12 vatios, menos que la bombilla de su nevera, pero puede hacer mucho más. Cada día el cerebro utiliza la cantidad de energía que contienen dos plátanos grandes. No es mucha potencia, pero es una gran proporción del presupuesto energético de todo el cuerpo, que es de unos 70 vatios. 

- Cada vez que recordamos algo, borramos y reescribimos el recuerdo. Ello es lo que permite que, al final, recordemos cosas que en realidad no han ocurrido jamás. Eso explica por qué es frecuente que diferentes personas recuerden los mismos hechos de manera diferente. 

- Estornudar tras un orgasmo es un “fallo” cerebral. A muchos hombres les sucede de forma frecuente. La razón es que las ramificaciones cerebrales son una maraña intrincadísima que puede llevar a que extraños cruces de cables produzcan movimientos reflejos diferentes. Otro efecto producido por lo mismo: una de cada cuatro personas estornuda cuando mira una luz resplandeciente como, por ejemplo, el Sol.

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