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Me van a perdonar...

No ando muy animada. Será la prensa, que me lleva de cabeza, o el marido de Inma, que ha perdido el trabajo y son cuatro, con una mano delante y otra detrás, como los egipcios en los jeroglíficos...

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No ando muy animada. Será la prensa, que me lleva de cabeza, o el marido de Inma, que ha perdido el trabajo y son cuatro, con una mano delante y otra detrás, como los egipcios en los jeroglíficos.

Puede que sea Bankia y sus miles de millones, que ya son, cuando los humanos tramitamos con euros por unidades y los juntamos para pagar las cosas y llegar a fin de mes, sin tener que bajar la cabeza, ni cambiar de calle para llegar a la casa, que tenemos hipotecada por los créditos. Puede que sea que los reyes van a hacer años de maridaje, pero no lo van a celebrar, lo mismo, porque ya no están muy juntos y cazan a kilómetros de distancia y ella tiende sus manos a Grecia y su familia carnal y a él le gusta más la carne de paquidermo , adormecida por las balas.

Por echar conjeturas , como los que echan costuras, calentándose la boca y llenando un sillón de colaborador de babas, lo mismo es la primavera rampante, las hormigas fagocitarias de todo lo que sea comestible o el clima desbaratado que suma la vacuidad de la Antártida,  con la vaciedad de miras, de todos nosotros, que no nos damos cuenta de ello.


Y así y todo, desbravada, desmelenada y vencida como Sansón, no me siento a llorar mis penas, esperando ver crecer mi cabello, sino que me animo sola, viendo que los correos de Urdangarín me ponen la sonrisa en la boca, porque me parecen de película de Esteso, con Pajares haciendo el papel de Diego Torres y el bueno de Ozores  bordando el de Urdangarín, con su mechón de pelo blanco.

Y es que no seremos los de la generación de hierro, pero aquellos que aguantamos calzarnos calcetines marrones y a las monjas explicándonos el sentido de la vida cuando ellas no lo cataban, tragamos lo que nos echen, hasta revivir los libros de historia y ver redivivos a los nazis, caricatura de sí mismos y con gente siguiéndoles, como si nunca aprendiéramos de las deposiciones planetarias, de lo nefasto que es hacerle la cama a los merdellones, porque se crecen y nos joden a todos, quedándose ellos –encima-en todo lo alto.

Es difícil estar de buen humor y ver lo positivo cuando  se pierden los dineros públicos en necedades y a ti te recortan la vida, te suman los años de jubilación o, como al marido de Inma , te echan con un despido improcedente, diciendo que es procedente y dándote los famosos veinte días por año. La sonrisa se te congela-entonces- y el mundo se te come por entero, cuando no sabes cómo le vas a pagar el papeo a tus hijos, de dónde va a sacar tu mujer para pagarse la facultad que hacía con becas, si no te sale nada, si a tus hijos les quitan las ayudas del comedor o si a tu mujer le suben-encima- las tasas matriculares.

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