No es el Valle del Jerte, pero asombra a propios y extraños por su belleza. Tras los fríos, la lluvia y hasta la nieve de finales de marzo, salen al paso ahora, en estos primeros días de sol con los que ha desembarcado abril. En algunos lugares, la floración ya arrancó con fuerza a mediados de marzo, cuando el termómetro subió hasta los 25 grados. Luego, sin embargo, las circunstancias no fueron tan propicias, y ahora, en su último tramo de floración, vuelven a serlo, sobre todo en lo que se refiere a su esplendor estético y visual.
Y es que, aunque aquí no llegue a la categoría de atractivo turístico, quizá porque el volumen de árboles y la dispersión de los cerezales no lo permite, sí que dota a la Sierra Sur, y especialmente a Castillo de Locubín y Alcalá la Real de una singularidad que pocas comarcas de España poseen. En otros países, de hecho, esta floración alcanza un nivel de acontecimiento. Bien lo saben, por ejemplo, en Japón, donde desde finales de febrero hasta principios de mayo se celebra el “Hanami”, esa tradición nipona de admirar la belleza de las flores del cerezo (Sakura), y que atrae a cientos de miles de personas a los parques y jardines del país a deleitarse con esta exhibición de la naturaleza.
Aquí, en nuestra Sierra Sur, no existe nada parecido, pero bien merecen estas flores efímeras, entre el blanco y el rosa pálido, una visita, paseando por nuestras riberas, caminos y carreteras. No olvidemos que se trata de un árbol tan singular que existen variedades que se cultivan únicamente por su valor decorativo y ni siquiera dan fruto, si bien no es el caso de nuestra comarca. No en vano, nuestra provincia es la tercera productora de cerezas de España, y hay unas 1.200 hectáreas de este cultivo en la provincia, la mayor parte en la Sierra Sur y la localidad de Torres, en Sierra Mágina.
La floración, en términos generales, durará hasta el 10 de abril, aproximadamente. Luego veremos una evolución muy rápida del fruto, que madurará entre el final de la primavera y el principio del verano, llegando entonces otro de los momentos en los que las manchas de cerezo de nuestros términos vuelven a tornarse en espectáculo, está vez con rojos que van desde el claro y temperamental hasta el oscuro sangre, iniciándose un período de recolección muy breve, que se encuentra, de hecho, entre los más cortos de los árboles frutales.
