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Alcalá la Real

Maribel Gutiérrez: "Para la mujer rural es difícil compaginar un cargo, trabajo y familia"

Entrevistamos a una de las pocas mujeres que continúa como pedánea tras las elecciones celebradas en las aldeas el pasado mes de noviembre

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  • Maribel Gutiérrez, pedánea de La Hortichuela, en uma imagen reciente.

Tras las elecciones celebradas en las aldeas alcalaínas el pasado mes de noviembre, la presencia de la mujer entre el conjunto de pedáneos que se encuentran al frente de los diferentes núcleos de población se ha reducido de forma considerable. Una de las pocas excepciones es la de Maribel Gutiérrez, que se mantiene como pedánea de La Hortichuela, siendo una de las más veteranas entre todos aquellos que vienen desempeñando esta función. Para Maribel es “una satisfacción ver que mis vecinos amigos están contentos con la labor que puedo hacer, y quiero imaginar que las razones de esta confianza son la constancia y el interés que pongo en tratar de resolver las necesidades de mi aldea”.

Asegura que poco ha cambiado el papel que desempeñan en los últimos tiempos. “Creo que nos tendrían que tener más en cuenta como representantes de nuestras aldeas que somos”. En esta labor incide, precisamente, su mayor gratificación. “Lo mejor es comprobar cuando las propuestas y proyectos de los vecinos salen adelante; lo peor, cuando pasa el tiempo y no se hacen cosas que se piden y se acaban quedando en el aire”.

Dentro del mapa de las aldeas alcalaínas, La Hortichuela tiene, seguramente, una complejidad especial. “Al ser tan dispersa, tenemos mucho que abarcar, y siempre hay algo que arreglar: caminos rurales, carreteras. El problema de los daños que se producen cuando hay tormentas es uno de los que tenemos más presentes. Hace mucho que venimos demandando soluciones y no se resuelve. Pero hay muchos otros, entre ellos, sin ir más lejos, la consulta médica tan pequeña de la que disponemos, y cuya ampliación también venimos demandando largamente”.


Cuando nos interesamos por cómo ha influido su condición de mujer a lo largo de todos estos años como pedánea, se muestra tajante. “Nunca he tenido problemas en ese sentido, siempre me han respetado”. No obstante, en relación con el retroceso en el número de mujeres pedáneas, deja entrever la pervivencia de ciertos estereotipos que han podido lastrar la elección de más mujeres pedáneas. “Es cierto que hubo varias candidatas en otras aldeas, pero no se ganaron la confianza de sus vecinos. No hay que olvidar que en las aldeas vive mucha gente mayor, y algunos de ellos todavía creen que las mujeres no estamos tan preparadas para este cargo. A todo ello hay que añadir que las mujeres rurales tenemos trabajo y cargas familiares, que a menudo nos echan para atrás a la hora de presentarnos a cargos de este tipo”.

Mucho se ha pregonado de un tiempo a esta parte el propósito de equiparar la situación de las aldeas con la realidad del casco urbano, trabajando por igualar la cobertura de servicios, infraestructuras, etc. con el fin de disminuir una brecha que, como resulta innegable, ha existido. Pero, ¿cómo se ve la situación desde las aldeas? Pues, parece que esta brecha no ha desaparecido. “En ocasiones sentimos que somos una Alcalá de segunda. Hemos tenido unos años en que, la verdad, se han hecho actividades para la diversión de mayores y pequeños. Ahora se han reducido, al menos en lo que respecta a las aldeas más pequeñas”, concluye.

 

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