Hoy, se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Prematuro. Actualmente, cada vez es más común escuchar este concepto en diferentes medios de comunicación (redes sociales, televisión, radio, etc). Pero, ¿sabemos realmente que significa ser un bebé es prematuro?
Según la Sociedad Española de Neonatología podríamos definir como prematuro a todo aquel recién nacido que no llega a completar las 37 semanas de gestación o edad gestacional. ¿Se trata, por tanto, de una cuestión puramente biológica en un momento concreto? o por el contrario, ¿debemos pensar más allá?
Cuando hablamos de prematuridad de manera cuasi automática pensamos en las distintas repercusiones físicas que puede acarrear este acontecimiento: dificultades para gatear, andar, mover alguna extremidad, etc. Sin embargo, aunque se trata de un pensamiento automático y, altamente extendido, en la mayoría de ocasiones se dejan de lado otro tipo de repercusiones que puede acarrear esta problemática como, por ejemplo, los déficits cognitivos.
¿Qué déficits cognitivos puede presentar un prematuro?
Las dificultades cognitivas de un prematuro pueden ser múltiples y de diversa índole. Desde una dificultad para mantener la atención hasta dificultades relacionadas con los procesos de planificación y organización, gestión emocional y un largo etcétera. Déficits que, sin lugar a dudas, tendrán grandes repercusiones a nivel familiar y escolar. Por ello, es fundamental realizar una buena evaluación neuropsicológica que nos ayude a detectar tanto los puntos fuertes como débiles. Información, crucial para el proceso de intervención.
¿Cuándo intervenir?
La respuesta es clara: lo antes posible. El cerebro es un órgano plástico, por lo tanto, cuanto antes realicemos esta intervención, antes podremos realizar las modificaciones oportunas para minimizar, paliar e, incluso, eliminar las secuelas provocadas por esta condición.
“El reto está en el momento; el tiempo es siempre ahora”
James Baldwin