La producción escrita de Antonio Aguayo se compone principalmente de estudios y ensayos sobre historia del arte y, en especial, sobre iconología. Pero en su momento dio el salto a la narrativa con su primera novela, de carácter histórico, titulada
Allí, donde no llegan las palabras. Biografía imaginada de Pedro Fernández de la Zarza (Peripecias Libros, Jerez de la Frontera, 2018).
En su segunda novela,
El hombre nocturno (Peripecias Libros, Jerez de la Frontera, 2021), el autor cambia por completo de registro y nos ofrece un texto con nuevos contenidos, perspectivas e intenciones. En esta entrega confluyen la crónica social, el suspense y el desenvolvimiento individual, y todo ello conformando una trama bien articulada que atrae desde sus inicios al lector y mantiene su interés hasta el final de la obra.
El hilo conductor del relato es Ricardo, un bibliotecario (director de la Biblioteca Municipal de su ciudad) que vive en soledad una existencia retraída, rutinaria, tal vez excesivamente tranquila e insípida, consagrado al universo de los libros, el arte y la música, pero cuya vida va a dar un vuelco por dos razones esenciales. Por una parte, Ricardo sufre una transformación psíquica que le lleva, cuando cae la noche, a visualizar las vidas ajenas a través de una poderosa agudización de sus sentidos (olfato, vista, tacto, etc.), y la cuestión que más sorprende es que en verdad adivina, con bastante exactitud, incidentes y conductas. Por otro lado, Ricardo entra en contacto con una serie de personajes, en su mayoría mujeres, que cambiarán sustancialmente su posición vital y su enfoque de las relaciones sociales.
El componente, que hasta cierto punto sugiere lo paranormal, de Ricardo introduce el elemento misterioso de la intriga. El factor más relevante es la premonición visualizada de un asesinato que va a cometerse. Tanto el agresor como la víctima son, para empezar, dos desconocidos, pero a lo largo de la novela vamos descubriendo la identidad del interfecto, ligada a un submundo donde la violencia contra las mujeres y contra los animales desempeña funciones determinantes. Sin embargo, la supuesta paranormalidad se desvanece dando paso a una capacidad prospectiva vinculada a la imaginación de Ricardo, cuya vocación de escritor se va haciendo patente a medida que avanza la acción.
En contacto con la presencia femenina surge, como trasfondo fundamental de
El hombre nocturno, el tema socialmente trascendente en nuestra actualidad, de la violencia contra las mujeres en todas sus formas y variantes; tema que adquiere un valor simbólico en el seno de una sociedad todavía dominada por el machismo y por el patriarcado. Estamos, pues, ante un símbolo que define a un colectivo social enfermo y profundamente desequilibrado, lo que da pie al autor para imprimir a su novela una importante dimensión de denuncia y de compromiso ético (e incluso político) que abarca, además, otros aspectos de la panorámica sociológica contemporánea, como la crítica de muchas injusticias sociales que persisten como lacras en el mundo contemporáneo. Esto convierte a
El hombre nocturno en una novela de firme compromiso con una idea de la necesidad de combatir dichos ultrajes.
El punto de vista general de la novela es básicamente progresista. El erotismo y el sexo, por ejemplo, son contemplados desde una óptica de libertad absoluta. La homosexualidad, el sadomasoquismo, las relaciones triples, el amor libre, aparecen como rasgos de una sexualidad sin imposiciones ni hipocresía. Las personas son dueñas de sus cuerpos y no debe haber obstáculos para ningún tipo de condición sexual.
Las mujeres que intervienen en
El hombre nocturno interactúan con Ricardo y le hacen cambiar, abriéndole nuevos caminos, nuevos posicionamientos; pero, sobre todo, lo devuelven a la vida, una vida de plenitud, de gozo, de apertura. El amor con Ofelia (antigua conocida de los años universitarios) provoca una auténtica transfiguración de Ricardo, el cual abandona su misantropía, su aislamiento, y descubre representaciones sustanciales de la existencia que antes carecían para él de significado.
El hombre nocturno es una novela de mujeres que apuntan a una revolución de las costumbres, a una búsqueda libertaria, a una renovación total de la vida.
Vemos en esta obra el proceso de liberación de ciertas mujeres que han sido objeto de acosos y actitudes violentas masculinas. La propia dedicatoria del libro es suficientemente elocuente en este plano:
A todas las mujeres que han sufrido, en silencio, el acoso por parte de compañeros…, con el silencio cómplice de una buena parte de la sociedad.
Entre Ricardo y los personajes femeninos (Ofelia, Julia, Flora, Camila, Hipólita, Ana…) se establece una relación igualitaria, de apoyo mutuo, de complicidad. Estas relaciones contribuyen a la evolución de Ricardo, el cual se convierte en alguien que logra superar sus inhibiciones hasta experimentar una mutación decisiva en su forma de ser: más comunicativo, más implicado en los avatares de la existencia, más solidario respecto a los problemas ajenos. Todos los personajes están bien delineados y aportan a la novela una notable sensación de vida y de realidad en cuanto al conocimiento y al desarrollo de la narración.
El misterio del presentimiento del asesinato se resuelve dentro de una lógica de los hechos y nos descubre unas facetas sórdidas del día a día, dejando, no obstante, una incógnita de paradigma realista con un dinámico efecto de veracidad.
El hombre nocturno abunda en reflexiones del narrador sobre los conflictos sociales, así como sobre sobre la creación literaria cuando se detiene en las contingencias de Ricardo como escritor en ciernes. En otras palabras, la novela proporciona un extenso paisaje de las contradicciones de la sociedad actual desde un ángulo decidida y profundamente crítico, con un estilo natural y llano, pero atento a los detalles y matices en todas sus orientaciones.
El hombre nocturno es algo más que una “historia”; es un texto para ser leído con calma y perspicacia que, sin duda, interesará al lector, como ya hemos dicho, desde la primera hasta la última página.