Casi completamente desconocido para las generaciones más jóvenes, la figura de Tomás Villén Roldán “Cencerro” constituyó, sin embargo, una de las más míticas en la dura postguerra en el entorno de la Sierra Sur. Malhechor para unos, poco menos que un héroe para otros, guerrillero y maquis en cualquier caso, la publicación de diferentes obras, especialmente la de Luís Miguel Sánchez Tostado, han contribuido a recuperar su memoria, revisar la misma y dar testimonio de su actividad durante las décadas de los años treinta y cuarenta. Pero importante es también, sin duda, el testimonio de su familia. Con tal motivo, entrevistamos a Pepe Lara Villén, nieto de Cencerro, quien nos ofrece su personal perspectiva sobre la figura de su abuelo.
La figura de Tomás Villén “Cencerro” ha sido recientemente homenajeada en un acto celebrado en Castillo de Locubín, en el que ha estado presente. De pequeño, ¿qué imagen tuvo de la figura de su abuelo? La imagen de mi abuelo estuvo muy presente en mi infancia porque su fotografía estuvo situada sobre el marco de la puerta de entrada de mi habitación. Sin embargo, no supe nada de él, porque en mi casa era un tema tabú y, como ocurre en tantas familias, estos temas no se aireaban delante de los niños.
¿Cómo cambia esa imagen cuando comienza a leer la historia de Tomás Villén en libros como el de Luís Miguel Sánchez Tostado? Antes de que se publicara el libro de Luis Miguel Sánchez, ”Cencerro: Un guerrillero legendario” ya había leído sobre mi abuelo en recopilaciones sobre el movimiento maquis en España. Lo primero que supe de él fue a través de una de estas recopilaciones que encontré por azar, escrita por un teniente coronel de la Guardia Civil donde se presentaba a mi abuelo no como un guerrillero, sino como el líder de una banda de forajidos que secuestraban, atacaban y asesinaban sin piedad por causas comunistas. Lo peor de lo peor. Después llegaron más lecturas y mi madre comenzó a contarme historias sobre mi abuelo desde una visión más próxima a la figura de Cencerro que presenta el libro de Sánchez Tostado. Hoy estoy convencido de que mi abuelo fue político antes que guerrillero y fue perseguido hasta su muerte por luchar sin descanso por la justicia, la igualdad, la fraternidad y la libertad que les habían arrebatado de forma antidemocrática y violenta
En el entorno familiar, ¿sigue siendo aún un tema tabú o esa etapa ya se ha superado? No se ha superado del todo. Al acto de homenaje del sábado asistimos muy pocos de mi familia. Mi madre ha sido siempre fiel a la imagen de su padre como guerrillero y lo ha trasmitido a sus hijos y nosotros a sus nietos. A pesar de eso, en mi casa procurábamos no hablar de Cencerro delante de mi padre y evitábamos hacerlo delante de otros familiares. Parte de la familia materna se ha mantenido al margen de la figura de Cencerro.
¿Qué opina de “actos de dignificación” como el celebrado recientemente en torno a la figura de su abuelo, cree que son necesarios? Me parecen muy necesarios en este momento en el que se está produciendo el relevo a una generación que puede perder la perspectiva histórica y hacer caer en el olvido las consecuencias de la guerra y de lo que ocurrió durante la posguerra hasta la democracia. Al final de mi intervención, durante el homenaje, animé a las personas que asistieron a romper sus propios tabúes familiares buscando debajo de las alfombras de sus pasados; y a poner a disposición de investigadores y asociaciones que trabajen para la memoria histórica todo el material que encuentren que pueda contribuir con la verdad: fotos, cartas o documentos y relatos familiares de tradición oral.
¿Cómo le gustaría que fuese recordado Tomás Villén? Como lo que fue, un guerrillero que luchó por las libertades y fue perseguido hasta su muerte. Un hombre que amaba a su pueblo y a su gente, que tuvo que echarse al monte y abandonar a su familia muy a su pesar. Lo que tengo claro es que él no fue el culpable de que encerraran a su mujer y a su hijo Tomás en la cárcel y de que sus hijas tuvieran que criarse separadas por necesidad. Tampoco fue culpable de que se aplicase la Ley de Fugas de forma indiscriminada a personas inocentes que murieron solo por haber estado allí, por donde pasó Cencerro cuando lo perseguían. Ni siquiera fue responsable de la muerte de quienes lo persiguieron. Todos fueron víctimas de una sinrazón histórica que no debemos dejar caer en el olvido. Lo digo desde la sinceridad de quien solo busca la concordia.