La plaza del Cabildo es uno de los emblemas del casco antiguo de Arcos de la Frontera. Su cuadrilátero se encuentra escoltado, a un lado, por el Parador de Turismo, al otro por el Ayuntamiento y el Castillo, y, uniendo ambos vértices, por la basílica menor de Santa María. Frente a ésta, el mirador, el balcón de la Peña. Es, por otro lado, la única bolsa de aparcamiento de que dispone el centro histórico, lo que la convierte de por sí en un atentado estético, pero ningún gobierno, en el transcurso del último cuarto de siglo, ha sido capaz de alcanzar el consenso para encontrar una alternativa a la situación.
Lo intentó el Gobierno del PP hace 25 años cuando planteó la construcción de un aparcamiento subterráneo en el interior de la plaza para dejar diáfana su superficie, pero se encontró enfrente a los vecinos, partidos políticos y a Patrimonio, ante el enorme riesgo que suponía excavar en un punto tan delicado, por su proximidad a la Peña -apenas dos años antes se había producido un enorme desprendimiento de roca bajo el balcón del mirador-. Y lo ha intentado ahora el Gobierno del PSOE a través del proyecto Ciudad Amable, financiado con casi 1,2 millones de euros procedentes de los fondos ITI, y que prevé la eliminación de todos los aparcamientos y la remodelación urbana de todo el espacio público de la plaza del Cabildo, incluido el histórico mirador, cuyo paseíllo sería suplantado por una zona acristalada. También los vecinos del casco antiguo se han opuesto a la propuesta -este viernes hicieron entrega de las firmas recopiladas en contra del rediseño de la plaza-, y a ella se han sumado los partidos de la oposición, que han abierto un frente contra el ejecutivo local, pese a que éste insiste en que no hay nada aprobado y que se está a la espera de conocer las propuestas presentadas por la ciudadanía dentro del proceso participativo abierto al respecto y que también concluía este viernes, por lo que en unos días se presentará el informe con las conclusiones correspondientes.
El alcalde, Isidoro Gambín, se manifestaba así hace unos días en un mensaje dirigido a la población a través de las redes sociales: “Para evitar suspicacias y polémicas, malas interpretaciones, el proyecto se hará si queremos hacerlo, si no no se hará. Mi obligación es buscar lo mejor para su ciudad y sus vecinos. Algunos se están apuntando a la polémica para sacar tajada política. Pero lo que no quiera mi pueblo, tampoco lo querré yo”.
El problema de fondo, antes y ahora, es el mismo: dar una solución a los aparcamientos que ocupan la citada plaza. Mejor dicho: eliminarlos para un mejor aprovechamiento del espacio público, así como contribuir al enriquecimiento estético y turístico del centro neurálgico del conjunto monumental arcense. Sin embargo, esa eliminación requiere de una alternativa, puesto que se dejaría a los vecinos, fundamentalmente, sin lugar en el que aparcar. Y el alcalde insiste: “Si no hay alternativa de aparcamiento para el casco antiguo, no habrá proyecto. Si no hay permiso de Cultura para las obras, no habrá proyecto. Si la inmensa mayoría del pueblo no quiere este proyecto, no habrá proyecto”.
En realidad, el proyecto de Ciudad Amable no se circunscribe solo a la plaza del Cabildo, sino que contempla varias intervenciones, y forma parte del Programa de Regeneración del Espacio Público Urbano (Prepu), cuyo objetivo es impulsar los sectores turístico y comercial a través de iniciativas que ganan espacio para el peatón. El Ayuntamiento de Arcos contempla en total tres actuaciones. La de mayor envergadura es la de la citada plaza, donde se propone eliminar el tráfico de vehículos, salvo el transporte público, y la creación de un lugar de estancia y mirador para potenciar el marco que componen el castillo de la ciudad, la Basílica Menor de Santa María, el Parador de Turismo y un mirador sobre el Guadalete y la campiña. Además, se creará un área de recepción de turistas que facilitará el acceso al centro histórico mediante transporte público con conexiones con el paseo Andalucía y el jardín botánico; y la peatonalización de la calle Corredera, donde se habilitará un espacio-salón que beneficie también la actividad comercial y turística. La redacción del proyecto salió a licitación por 88.822 euros, aunque la subvención completa que recibirá el Consistorio asciende a más de 1,1 millones de euros.
“Hemos apostado por este proyecto porque según los expertos que nos aconsejan va a potenciar comercial y turísticamente a Arcos -explica Gambín-. Es lo que nos interesa y lo que nos conviene. El proyecto traerá riqueza a la ciudad. Lo que hacemos lo hacemos por el bien de la ciudad y los vecinos del casco antiguo”, aunque insiste igualmente en que “si queremos ejecutar este proyecto tiene que ser cosa de todos. Esto tiene que ser un proyecto de todos, y estoy dispuesto incluso a hacer una consulta en todo Arcos para saber la opinión de todos los vecinos sobre este proyecto”.
La opinión de los vecinos, al menos de los residentes en el casco antiguo, es contraria al mismo. Y la respaldan los partidos de la oposición. Manuel Erdozain, portavoz de Ai-pro, habla de un proyecto “que no quiere la mayoría de la población”, y pide transparencia al alcalde para que aclaren si realmente se va a derribar el paseíllo del mirador. Desde el PP, Domingo González, se ha posicionado en favor de no alterar el mirador de la Peña, recogiendo así, asegura, “el sentir general de los arcenses”. Y señala que se trata de un espacio “de valor arquitectónico e histórico que no debe transformarse como también sostiene gran parte de la vecindad del casco antiguo. Esto es patrimonio y emblema de nuestra ciudad, reconocido internacionalmente, como puede ser el Tajo de Ronda o el mirador de Grazalema, o la calle Cuevas del Sol de Setenil”.
El alcalde, por su parte, asegura que “estamos escuchando la voz del pueblo. El procedimiento de participación es para recoger la opinión del pueblo y será trasladada a los redactores del proyecto”. Pero todo apunta a que la discordia seguirá su curso ante la falta de un consenso que ahora mismo se antoja inviable a la espera de las conclusiones del proceso participativo.