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sociedad

Dos de cada tres niños privados del cuidado parental han sufrido algún trauma

La pérdida del cuidado parental y los entornos familiares inestables constituyen uno de los mayores desencadenantes de estos traumas

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  • Niños en la calle en el estado de alarma. -

Aldeas Infantiles SOS ha alertado del alto riesgo que tienen los niños y adolescentes que han perdido el cuidado parental de sufrir trastornos de salud mental a causa de las experiencias traumáticas vividas, ya que dos de cada tres de estos menores han sufrido alguna.

Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental que se celebra el 10 de octubre, Aldeas Infantiles SOS ha destacado este miércoles que casi la mitad de los casi 50.000 menores que crecen en España privados del cuidado de sus padres recibe algún tratamiento de salud mental y pide a las instituciones una mayor formación para los profesionales que les atienden.

Según datos de esta ONG, la mitad de los niños y las niñas que crecen en cuidado alternativo en todo el mundo, es decir, con una medida de protección, han experimentado violencia en sus familias, y dos de cada tres han vivido alguna experiencia traumática antes de entrar en el sistema de protección.

La pérdida del cuidado parental y los entornos familiares inestables constituyen uno de los mayores desencadenantes de estos traumas y esta situación -advierte Aldeas Infantiles- se ha visto agravada por la pandemia de COVID-19, que ha traído consigo un aumento de la violencia doméstica y el maltrato infantil durante los confinamientos.

Los niños, niñas y jóvenes que crecen sin sus padres son uno de los grupos más vulnerables de la sociedad y están especialmente expuestos a sufrir experiencias adversas en la infancia, además de tener una probabilidad más alta de desarrollar problemas de salud mental.

Asimismo, entre los niños con una medida de protección, aquellos que viven en acogimiento residencial tienen 20 veces más probabilidades de sufrir problemas de salud mental que el resto, incluidos los que viven en entornos desfavorecidos pero en sus propios hogares.

Y desde esta organización alertan de que sufrir trauma en la infancia puede tener un impacto grave en el desarrollo psicosocial y cerebral.

"Los niños, niñas y jóvenes que son maltratados por adultos que deberían protegerlos y cuidarlos pueden percibirse a sí mismos como personas que no son dignas de ser amadas y ver el mundo como un lugar peligroso. Pueden manifestar problemas para confiar en los adultos, para entablar relaciones, controlar sus emociones y su comportamiento, y para rendir en la escuela", explica el presidente de Aldeas Infantiles, Pedro Puig.

Y los adultos que han sufrido experiencias traumáticas en su infancia se enfrentan a un mayor riesgo de sufrir depresión, problemas de salud, abandono escolar temprano, abuso de alcohol y drogas, desempleo y comportamientos sexuales de alto riesgo.

Además, "existe la posibilidad de que repitan el ciclo de violencia como adultos y no sean capaces de proporcionar cuidados adecuados a sus propios hijos", advierte Puig.

Sin embargo, los menores "tienen la capacidad de afrontar y superar experiencias adversas e incluso de salir fortalecidos de ellas y, con el apoyo adecuado, pueden sobreponerse y desarrollar todo su potencial".

Por eso, la formación de los profesionales es un punto clave del sistema de protección, ya que éstos deben ser capaces de identificar los síntomas del trauma y ser conscientes de los efectos que tiene en la salud psicosocial y mental de niños, niñas y jóvenes.

Aldeas Infantiles recuerda que la salud y el bienestar son, además de un derecho de niños, niñas y adolescentes, un objetivo imprescindible para alcanzar el desarrollo sostenible en 2030, por lo que subraya la importancia de incrementar los presupuestos destinados a salud mental y apostar por la prevención y la intervención temprana, reduciendo el tiempo que transcurre entre los primeros síntomas y el primer contacto terapéutico.

Propone, además, la creación de equipos especializados en el diagnóstico y el tratamiento de los efectos derivados del maltrato en la infancia, una coordinación permanente entre los equipos de atención primaria y los de salud mental, y la incorporación al sistema de salud de la especialidad de Psiquiatría Infantil.

"La sociedad debe garantizar que los niños, niñas y adolescentes sin el cuidado de sus padres no queden excluidos del acceso a los servicios y programas de salud mental", concluye.

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