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Curioso Empedernido

Dejar en el aire

Hay una tentación por parte de la población en hacer gala de un optimismo que retrata más bien nuestro desconocimiento

A veces somos especialistas en no concretar nada ,  en dejarnos llevar por la indefinición y que otros resuelvan, en agotar todos los tiempos de reflexión y no emplear ninguno en la decisión, en no rematar las sensateces con las soluciones a los problemas que se nos presentan.

Hay una tentación por parte de la población en hacer gala de un optimismo que retrata más bien nuestro desconocimiento, y querer cerrar nuestros ojos a la realidad para fabricarnos un

videojuego en el que siempre sacamos el máximo de puntos, y resolvemos cuantas dificultades se nos presentan.
Ayer, hoy y siempre, no podemos mirar para otro lado y hemos de hacer frente a nuestros compromisos y dar pasos adelante para mejorar. Buscamos en los laberintos que nos encontramos, trabajar en aquello que nos gusta y vacunarnos contra los bufones a sueldo que nos aplauden y dan la razón.

Hemos de aprender a eliminar de nuestro paisaje a quienes creen saberlo todo  o a los que no nos aportan nada sino estrés y disgustos tenerlos cerca. Notaremos que salimos con más facilidad de los problemas y  dejamos atrás ser esclavos  de nuestros relojes.

Como dice mi admirado Juan José Millás , a veces lo peligroso,” no es lo que vemos en la tele ,sino ser la noticia que verán otros “ o cuando afirma que “los seres humanos hemos perdido la idea de realidad , si es que alguna vez la tuvimos. La realidad es un delirio”

Dejamos en el aire asumir compromisos o buscar soluciones, y estamos dispuestos a cometer una pequeña locura para intentar cumplir nuestros sueños, y aprendemos a distinguir los benefactores de los insufribles, lo importante de la necedad, las alertas de las alarmas.

Notamos que el poder está a nuestro alcance, cuando  manejamos las claves para acceder a la información y damos los pasos necesarios para resolver los problemas, cuando no soportamos que nos digan lo que tenemos que hacer, y aprovechamos nuestro espíritu rebelde para alcanzar nuestros objetivos.

Entre casos cerrados y causas abiertas, vamos descubriendo que aprendemos juntos y desaprendemos solos , que la ética de los buenos y malos es pobre y limitada, que los tiempos los marcan las circunstancias , que cuanto más humildes seamos mejor, mejor nos irá.

Sin cuadros y recuadros, y volando por los aires, debemos confiar en nosotros y en nuestras posibilidades. No dejar de luchar porque llegará el tiempo en el que veremos resultados tangibles, y encontraremos ese punto romántico que nos convierte en esos seres encantadores y encantados.

También colocamos en  el aire aquellas cosas que sabemos a ciencia cierta que sucede en lugares y colectivos que invisibilizamos, bien porque no tengan  los altavoces que la sociedad desarrollada requiere  para  colocar micrófonos y focos sobre todo lo que nos ocurre, o porque simple y cruelmente no nos interesan.

Es imposible que todo se nos dé de maravilla en  todo momento, hemos de echarle paciencia y si es posible buen humor a las dificultades, experimentaremos  una sensación de optimismo cuando sentimos que vamos resolviendo las cosas paso a paso.

Tenemos que tener capacidad de adaptación, entre atrapados y sueltos, alumbrados y a oscuras, confusiones y conflictos y no olvidemos que lo  que dejemos en el aire, nos pueden traer problemas posteriores.
           

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