Una edición para adultos y niños, publicada por Nórdica Libros, que se traduce en un objeto-libro, muy cuidado y con unas ilustraciones de la pintora Gómez-Pintado, que presenta a una Alicia en blanco y negro y en colores templados, sin rasgos acaramelados o idílicos y que “trastoca la realidad a través del absurdo”, según explica ella misma a Efe.
No en vano, de Lewis Carroll (Daresbury, 1832-Guildford, 1898) se ha dicho que fue uno de los inventores de la literatura del absurdo (nonsense), como recuerda el escritor Ángel García Pintado.
El libro, uno de los títulos que forman parte del canon universal de la literatura y uno de los más leídos, es una fuente de imaginación y conocimiento, que se abre a los lectores a través de la alegoría de los laberintos, puertas y espejos que traspasa Alicia para sugerir cientos de visiones, algunas de ellas hasta subversivas para su época.
Conejos que hablan, reinas déspotas y caprichosas –“¡que les corten la cabeza!”, espeta la monarca–, liebres de marzo y sombreros que se reúnen para tomar el té; rosas blancas que se vuelven rojas de repente, árboles dentados o sonrisas de gato sin cuerpo, pueblan las páginas de este texto innovador que provoca diferentes lecturas dependiendo si lo leen niños o adultos.
Un libro escrito por un matemático, porque Lewis Carroll, además de clérigo, escritor y fotógrafo, era profesor de matemáticas y de lógica en Oxford.
Una pasión por las matemáticas que también vuela por estas páginas, por sus deducciones, adivinaciones y juegos laberínticos.
La historia de Alicia nació mientras el escritor daba un paseo en barca por el Támesis con las tres hijas del decano de la Universidad de Oxford, una de ellas de nombre Alice Liddell, quien le pidió que escribiera la historia que les estaba contando.
Así creció este cuento símbolo, que también ha sido llevado al cine, al teatro, a los vídeos, cómic, naipes...y un largo etcétera, y que ahora también ha cautivado a Marta Gómez-Pintado.
“Creo que es un libro para todas las edades. Cada uno lo lee de una manera porque Alicia también va cambiando y se la puede ir viendo desde perspectivas muy distintas. Cambia por dentro, de tamaño, de todo, y así me planteé este trabajo”, dice Marta Gómez-Pintado.