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Lo que queda del día

Sin músculo para el falso llano

No nos consuela un futuro mejor, sino mirar atrás,como si hubiera opción a recuperar el tiempo perdido y llegar a los datos de empleabilidad previos a la crisis

  • Desempleo. -

Hacía años que no se veían unos atascos como los de estos días a las puertas de un conocido centro comercial de Jerez e, inmediatamente, todos lo interpretamos como un buen síntoma económico. A esa misma hora, en los Claustros de Santo Domingo, Acción Social había convocado a casi un millar de familias para hacerles entrega de los juguetes conseguidos este año por la campaña de los Reyes Magos. La economía puede que vaya mejor, pero hay diferencias que parecen insalvables e inevitables, sobre todo en perjuicio de quienes viven en la pobreza o, como se dice ahora, en la exclusión social; un término que, vaya con la paradoja, es tremendamente inclusivo, puesto que abarca una serie de situaciones a las que nos disgusta llamar por su nombre. Con él o sin él, no dejan de ser un drama, avivado por esas diferencias que se han ido acusando durante los últimos años, como si ya no quedara rastro del puente de madera que permitía cruzar al otro lado sobre el vacío.  

Puede que quienes llevan varias semanas empeñados en despejar de una vez las dudas sobre el futuro gobierno de Andalucía no hayan reparado en ello, pero quienes seguro que siguen ajenos a sus reuniones y a sus teatrillos de egos son los que siguen haciendo su vida, atravesando el día a día del presente sin mayor certidumbre que la de las dificultades para salir adelante. No hay mayor trascendencia que ésa, y está por encima de momentos históricos, del miedo a Vox o cualquier otro mantra político.

Los datos del paro con que hemos cerrado 2018 tampoco ayudan a despejar el horizonte, convertido más bien en un constante viaje al pasado, puesto que no hacemos sino retroceder en el tiempo hasta ver si es posible llegar a los datos de empleabilidad de los años previos a la crisis. No nos consuela un futuro mejor, sino el mirar atrás, como si hubiera opción a recuperar el tiempo perdido, cuando por mucho que nos encontremos ya en cifras similares a las de 2008, la memoria sólo nos ayudará a recordar, pero no a volver a 2007, cuando en la provincia había 40.000 parados menos que ahora.

Y es cierto que 2018 ha cerrado con cinco mil parados menos que el año anterior, pero también que en 2016 y 2017 esa reducción fue de más de 13.400 personas por ejercicio. El descenso, como en la bajada de un puerto de montaña, tiene momentos de gran aceleración, pero también de falso llano, y sin el músculo necesario es imposible mantener la velocidad punta. Y ese músculo es el que le sigue faltando a la provincia de Cádiz, para crear empleo y, más aún, para que sea de calidad, pese a los intentos de PSOE y PP de reducirlo todo a una cuestión de siglas, con argumentos tan peregrinos como interesados: el PSOE achaca la reducción interanual del paro a la labor de la Diputación y la Junta, y aprovecha la coyuntura para aplicar el código asustaviej@s en versión “que viene la derecha”; mientras que el PP, sin mordaza que le impida subrayar ahora lo que en realidad dicen los datos, tiene muy claro que el culpable se llama Pedro Sánchez, como el guiñol de José María Carrascal, cuya coletilla final siempre achacaba cualquier desgracia del mundo a Felipe González.

Entiendo que al estratega político que tanto abunda en los partidos, en los gabinetes de prensa y en las tertulias televisivas y radiofónicas, les parezca ésta una etapa fascinante, sobre todo ante la próxima celebración de las elecciones municipales y tras la experiencia con las autonómicas. Fascinante porque todavía no está claro si hay que desaprender de la experiencia de los comicios locales o rendirse al subterfugio en que se han convertido las redes sociales ante cualquier cita electoral -incluso puede que las dos cosas al mismo tiempo-, aunque, de aquí a mayo, tampoco habría que validar presagios tan pronto, después de ver en un solo año lo rápido que pueden cambiar tantas cosas para los que apenas nunca cambian en nada, porque todos conciden en el mismo objetivo: el poder. Lo del paro, siempre habrá alguien a quien echarle la culpa.

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