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La tribuna de Viva Sevilla

Un gran reto por delante

El director del aeropuerto de San Pablo, Jesús Caballero, analiza el momento dulce por el que atraviesa y los planes de futuro para consolidar su posición.

El aeropuerto de Sevilla vive un momento dulce. La cifra de pasajeros ha crecido más de un 54% en los últimos cuatro años y cerraremos 2018 con nuestro segundo récord histórico consecutivo, al superar la barrera de los 6 millones de usuarios. No hemos llegado hasta aquí de forma gratuita. Detrás hay un intenso trabajo de Aena y las instituciones locales encargadas de la promoción turística y de negocios del destino Sevilla, que nos ha permitido transformar nuestro modelo de crecimiento, a partir de un continuado proceso de implantación y diversificación de rutas y compañías aéreas.

Llegados a este punto, no sólo tendremos que seguir avanzando en la captación de conexiones y la apertura de nuevos mercados, sino que, además, debemos hacerlo con unas instalaciones que ofrezcan los mejores parámetros de calidad. Éste es, precisamente, el gran reto que el aeropuerto de Sevilla tiene ahora mismo por delante: simultanear la ejecución de la obra más ambiciosa de las tres últimas décadas con una subida exponencial de la actividad en nuestra infraestructura.

Los trabajos de ampliación y reforma del edificio terminal y de recrecido de la pista de vuelo arrancarán a finales del primer semestre de 2019, en un proceso que se prolongará hasta 2021 y que pondrá a prueba nuestra capacidad. No en vano, tendremos que reorganizar los procesos aeroportuarios -e incluso los horarios operativos- para adaptarlos a las distintas fases en las que hemos dividido la obra, con el objeto de garantizar la funcionalidad del aeropuerto mientras se acomete el proyecto.

Somos conscientes de que serán meses delicados, en los que sacrificaremos la comodidad en aras de una mejora que beneficiará a todos y cada uno de nuestros usuarios, ya sean aerolíneas, pasajeros o concesionarios de los distintos servicios que prestamos. Llevamos dos años trabajando en este proyecto; dos años diseñando el aeropuerto que queremos en Aena y que necesitan nuestros clientes; analizando las capacidades de la infraestructura en cada fase de la obra y las que requeriremos para poder seguir creciendo; redistribuyendo los procesos y los espacios para adaptarlos a dichas fases; coordinando las acciones mitigadoras que pondremos en marcha para atenuar, en la medida de lo posible, la afección a la operativa habitual de las instalaciones… En definitiva, redactando el complejísimo “guion” de cómo prepararemos el Aeropuerto de Sevilla para el futuro y cuál será el resultado final.

La transformación de esta pequeña ciudad, en la que trabajan 3.900 personas y medio centenar de empresas y por la que a diario transitan una media de 17.400 viajeros y 158 aviones, será una tarea llena de grandes exigencias.  Desde Aena pondremos todo de nuestra parte para que al usuario le resulte llevadero. Estamos convencidos de que valdrá la pena; es una inversión -el proyecto del terminal acaba de salir a licitación por 33 millones de euros y el recrecido de la pista ya se ha adjudicado por 11 millones- que Sevilla necesita y se merece por el potencial que ofrece, por la confianza que han puesto en ella las compañías aéreas y por el empeño que instituciones y aeropuerto tenemos en abrir sus puertas a cualquier destino con recorrido, en convertir la conectividad en otra de las ventajas competitivas de esta maravillosa ciudad. Tendremos que practicar el deporte de la paciencia, pero es indiscutible que el nuevo aeropuerto contribuirá a encaminarnos hacia una meta realmente prometedora.       

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