Tras el más que lamentable espectáculo público que protagonizó este pasado martes por la tarde, y tras manchar la imagen de un cuerpo tan admirado por la ciudadanía, la Guardia Civil, a través de su cuenta oficial de Twitter, anunciaba ayer que iniciaba una información reservada contra el capitán de su Grupo Marítimo de Cádiz que, tras salir de un bar en la barriada gaditana del Cerro Moro, y en un vergonzante estado de embriaguez, trataba de subirse y conducir el Patrol oficial de la Benemérita. Vecinos y agentes de la Policía Local de Cádiz lograron, no sin esfuerzo, evitar semejante imprudencia que hubiese conllevado también su detención.
Tras esa información reservada para depurar responsabilidades, la Guardia Civil ha decidido abrir un expediente y cesar en sus funciones de capitán al agente. Y es que como indican fuentes cercanas al cuerpo, aunque no haya delito en sí y estuviera fuera de servicio, lo cierto es que iba uniformado y con la pistola reglamentaria encima, amén del deterioro que inflinge a la imagen de la Guardia Civil.
Cabe recordar que los hechos se produjeron en la noche de este martes, cuando a las 22,30 horas se recibió una llamada en la Centralita de la Policía Local advirtiendo que un agente de la Guardia Civil se encontraba en un bar con síntomas de estar bajos los efectos del alcohol y se disponía a conducir su vehículo de servicio, un Nissan Patrol.
Y es que tras tomar varias consumiciones en el bar y, con visibles síntomas de embriaguez, salió del local e intentó volver a ponerse al volante del coche oficial.
Algunos vecinos grabaron con sus teléfonos móviles la escena, en la que el capitán llega a caerse al suelo.
Varios vecinos trataron de impedírselo y uno de ellos llamó a la Policía Local para advertir de que el Guardia Civil se disponía a coger su vehículo ebrio.
Los vídeos y las fotografías corrieron como la pólvora por las redes sociales
Los agentes acudieron al lugar, identificaron al guardia civil, comprobaron que estaba en estado de embriaguez y le pidieron que les acompañara a la jefatura ya que “se estaba originando un problema de orden público” en la zona. Lejos de colaborar, el capitán de la Guardia Civil recordaba su graduación a los policías locales, que procedieron a requisarle el arma cautelarmente.
En la Jefatura se le practicó la prueba de la alcoholemia, que dio como resultado 1,04 mg por litro de aire, una tasa muy superior a la permitida, de 0,15. La Policía Local alertó a la Comandancia de la Guardia Civil, cuyo comandante se hizo cargo del capitán y de su arma reglamentaria.
Otros dos agentes de la Guardia Civil se encargaron de retirar el coche oficial aparcado sobre la acera.