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España

Cinco detenidos en Málaga por explotación sexual y blanqueo

La Policía Nacional ha detenido a veinticinco miembros de una organización internacional de explotación sexual de mujeres, cinco de ellos en Málaga

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  • Policía Nacional -

La Policía Nacional ha detenido a veinticinco miembros de una organización internacional de trata y explotación sexual de mujeres, entre ellos la considerada cabecilla de la trama, que había fijado su residencia en Helsinki (Finlandia), y ha liberado a dieciséis víctimas.

También se encuentran entre los arrestados dos de los principales tratantes, que residían en Barcelona, informa la Policía Nacional, que ha llevado a cabo la operación con el Departamento de Policía de Helsinki en coordinación con Europol y Eurojust.

Se ha tratado de una compleja investigación en la que ha sido desarticulada esta red, dedicada a la explotación sexual de mujeres y al blanqueo de los beneficios obtenidos.


Hay 24 detenidos en España, en concreto ocho en Madrid, cinco en Málaga, cuatro en Benidorm (Alicante), tres en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), dos en Gandía (Valencia), una en Murcia y otra en Soria, además de la arrestada en Helsinki pero no se descartan más arrestos.

Además se han realizado cuatro registros domiciliarios, en Torrejón de Ardoz (Madrid), Santa Coloma de Gramanet, Benidorm y Málaga, y otro en Helsinki, en los que se ha intervenido valiosa documentación contable, resguardos de envíos de dinero, anotaciones de los principales países de las rutas migratorias del norte de África y material informático.

La organización estaba asentada principalmente en Benidorm y Málaga, donde prostituían a las jóvenes en jornadas maratonianas aunque también eran explotadas en Madrid, Barcelona, Soria y Gandía.

Además contaba con ramificaciones en Nigeria, Níger, Libia e Italia, manteniendo así el control sobre las víctimas durante todas las fases de trata previas a la explotación, como las de captación, traslados, alojamiento y control.

La investigación se inició cuando agentes de la Oficina de Asilo y Refugio de Madrid detectaron la presencia de dos jóvenes nigerianas de las que sospecharon que podían ser víctimas de un delito de trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

La red contaba con una importante estructura en Nigeria, donde eran captadas la mayoría de las víctimas, jóvenes buscadas entre los estratos más desfavorecidos de las principales ciudades en situación de absoluta necesidad y desde allí se iniciaba la ruta migratoria hasta España.

Las mujeres eran sometidas a varios rituales vudú para asegurarse su absoluta fidelidad y ya sometidas viajaban junto con otros miembros de la red por Níger y Libia e iban Italia arriesgando su vida al viajar en embarcaciones excesivamente cargadas y carentes de cualquier medida de seguridad.

Al llegar a España las víctimas eran inmediatamente explotadas en el ejercicio de la prostitución en Barcelona y Málaga y tan pronto como era posible las trasladaban a Madrid, donde las aleccionaban para que solicitaran protección internacional y que de este modo pudieran trabajar para la organización sin tener problemas en caso de ser identificadas por la Policía.

Esta labor era desarrollada por otro de los responsables de la red, asentado en Torrejón de Ardoz (Madrid), que gestionaba la documentación fraudulenta para solicitar asilo, alojaba a las mujeres, las repartía posteriormente en zonas turísticas de toda España y tramitaba las correspondientes plazas en los clubes de alterne.

En Málaga y Benidorm eran alojaban en pisos con otros miembros de la organización y debían realizar servicios sexuales todos los días durante jornadas maratonianas.

Además, para rentabilizar aún más la inversión las víctimas eran trasladadas a otras localidades como Gandía y Soria.

Los investigadores comprobaron que dos de los principales tratantes residían habitualmente en Barcelona para evitar que la Policía les relacionara con esta actividad y que se trasladaban a Benidorm para recaudar el dinero de la prostitución.

También fue localizada la principal cabecilla de la organización, que había fijado su domicilio en la capital finlandesa, donde vivía extremando las medidas de precaución para no ser identificada ni vinculada con esta actividad.

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