88 años dan para mucho, sobre todo cuando 65 de ellos ha sido dedicados a Dios, a la Iglesia y al prójimo. El Gastor, de párroco a los 23 años, Chipiona “donde voy y, no los jóvenes, pero los más mayores aún recuerdan a don Ángel” y desde el 70 en Jerez, en San Miguel “cuando llegué era la parroquia más envidiada de la Diócesis. Tenía doce mil habitantes y ahora no llega a los dos mil. El barrio se ha vaciado por completo. En los 70 tenía dos extremos, uno de personas humildes y el otro, calle Caballeros, Pedro Alonso o Corredera donde vivían familias económicamente poderosas que se volcaban con la parroquia. No había problemas. Hoy quedan personas mayores y se ven las calles vacías, casas que se están cayendo. Me da pena t ver cómo está el barrio”. Un barrio que es la continuación de “como está el centro de Jerez. Ha cambiado una barbaridad. Ahora está muerto. Calles enteras vacías, casas que no se rehabilitan. Esto no no va tener remedio en cinco días. Para rellenar el casco antiguo habrá que trabajar mucho y esperar mucho tiempo”.
Don Angel Romero Castellano no dirá adiós, sino que dará un paso al lado el próximo día 10 de septiembre cuando don Manuel Lozano tome el relevo de la parroquia de San Miguel “donde voy a seguir durmiendo, celebrando la Eucaristía , pero descansando. El nuevo párroco, será el párroco efectivo. Yo seré el párroco emérito, colaboraré si hace falta, pero don Manuel será el que lleve la parroquia. Lógicamente esta hora tenía que llegar y lo acepto. No solo lo acepto, sino que era algo que le venía pidiendo insistentemente al Obispo. Aquí tenía que venir una persona joven porque no podía consentir, que por mi edad, la parroquia fuese enfriándose. Lógicamente con 88 años no alcanzo lo que alcanzaba con 44. Estoy mal de las piernas, me cuesta bajar los escalones. De todo lo demás, gracias a Dios, estoy bien, pero el relevo tenía que llegar y ya va a llegar”.
Como a él le llegó en su momento abandonar la parroquia de Nuestra Señora de La O, en Chipiona, algo que no fue fácil ya que “entonces se hacían oposiciones para conseguir las parroquias. Me dieron en propiedad, como se decía por aquellos años, la de la Chipiona lo que significaba que te quedabas allí a no ser que surgiese una expediente disciplinario o algo extraño. Era cura propio, que era el término que se usaba. Yo estaba en la gloria en Chipiona. Al contrario de lo que ocurre en el barrio. entonces el pueblo tenía cinco mil habitantes y desde la parroquia se alcanzaba perfectamente a todos. Yo, además, tenía 27 años cuando llegué y era una época muy buena ya que se vivió el preconcilio y el post concilio que hizo surgir unos tiempos de esperanza, de alegría..., pero me llamó el cardenal Bueno Monreal, entonces la Diócesis de Asidonia Jerez no estaba creada, y me dijo que le gustaría que me viniese para Jerez. Mi respuesta fue que era cura propio y me respondió que por eso me lo preguntaba. Fue un mazazo, pero dialogamos, la parroquia que me daba era envidiable en todos los aspectos y, al final, como ví que hacía falta, acepté y aquí llevamos desde 1970.
Vivió la creación de la Diócesis de Asidonia Jerez “para lo que colaboré muchísimo con el Cardenal Bueno Monreal. Yo y también don José Luis Repeto. Lo vivimos con intensidad. Yo estuve dos años de provicario general cuando no había obispo auxiliar, tras la marcha de De Val Gallo. El Cardenal venía a Jerez todos los viernes a despachar. Así hasta que llegó don Rafael Bellido como obispo auxiliar. Me quedé bastante tiempo como secretario canciller. El día que se instauró la Diócesis, don Rafael llamó a don José Luis Repeto, a don Manuel López, ya fallecido, y a mí. A las 12 salió el Cardenal en Radio Popular dando la noticia de la creación de la Diócesis y diciendo que el primer obispo era don Rafael Bellido. En ese momento don Rafael le dijo a Repeto que lo nombraba deán de la Catedral, a don Manuel que sería el vicario general y a mí me nombró vicario judicial. Desde entonces, hasta hace cuatro años aunque sigo colaborando, he llevado el tribunal eclesiástico y he participado en casi todas las comisiones”.
Trabajo y más trabajo y distinciones como la de Hijo Adoptivo de Jerez (nació en Lebrija) Canónigo Doctoral y Prelado de Honor del Papa, una gracia que le llegó en el tiempo pastoral de don Juan del Río, Colegiado de Honor del Colegio de Abogados de Jerez, Acadécimo de la de San Dionisio, de Artes y Letras y despachando, que no es poco, con tres obispos diferentes “cada uno con sus características porque cada persona es irrepetible, con sus defectos y sus virtudes. Tenemos que recocer nuestros defectos y virtudes y poner las virtudes al servicio de la Iglesia y tratar de corregir los defectos”. Las virtudes al servicio de una iglesia que pierde asistencia de fieles aunque “la masa se ha perdido, ha quedado solo para los grandes acontecimientos, pero han surgido movimientos y grupos muy fuertes que en la Iglesia nunca habían existido. No sé si la frase será correcta, pero el que hoy es cristiano lo es más que aquellos que decían que lo eran porque también lo fueron su padre y su madre. Yo creo que existe un proceso de entrega y seguimiento de Jesuscrito mejor que nunca. ¿Que los templos están más vacíos? Tampoco lo admito del todo. Aquí, en San Miguel, desde hace tres o cuatro años se nota más afluencia a misa que antes. Claro, al principio, cuando llegué la misa de 12 llenaba la iglesia a tope y eso ya solo ocurre el Jueves Santo, en la procesión de Minerva y en cuatro fechas más señaladas, pero todo es más de verdad que antes”. Verdad es que las vocaciones sí flaquean “y no podemos esconderlo. Nuestra Diócesis está muy mal. En Sevilla hay 40 teólogos y han salido nueve sacerdotes y para el año próximo cuatro más. Aquí no sé que es lo que falla pero tenemos un problema gravísimo en el tema vocacional y debemos preocuparnos porque es una Diócesis extensa y hacen falta curas, buenos o malos, pero curas porque sin ellos la Iglesia no marcha”.
Y San Miguel ha marchado en estos cuarenta y tantos años también con esfuerzo porque “ mantener un edificio así no es fácil. Por parte de Cultura se reconstruyó la fachada principal y la bóveda de la sacristía. En el 88 hubo un desprendimiento de de tierra y nos cerraron el templo y la sacristía hizo de parroquia. Se tuvo que reconstruir la techumbre. Una obra muy grande, financiada al 50 por ciento por Cultura y el otro por la parroquia. Pasé malos ratos, malas noches cuando llegaban las certificaciones de mucho dinero a final de mes y no había. Se limpió entero el retablo mayor y el del sagrario se restauró. En un edficio como este siempre hay cosas que hacer. Este edificio, que es una joya, es visitado por turistas, por estudiosos y hay que tenerlo adecentado. La Iglesia hoy en día no puede mantener edificios como éstos y hay que buscar una solución. Quizá el turismo, siempre que se enfoque bien. Templos como San Miguel tienen mucha exigencia y sin feligreses pudientes es difícil mantenerlos.
La conversación dio para mucho más. Habló con entusiasmo de los nuevos aires del Papa Francisco, de su sencillez, de su cercanía. Y de sus intenciones personales cada día de “servir a Dios, a la Iglesia y al prójimo”
Jerez
"El cristiano de hoy es más de verdad que antes"
"Cuando llegué e San Miguel el barrio tenía doce mil habitantes y ahora no llega a dos mil"
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