Finalmente será el próximo día 6 de noviembre cuando el consejero de Fomento, Felipe López, y el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, se vean las caras para buscar una salida al tranvía de Jaén. Mucho se juega la ciudad en esta reunión pues lleva desde 2011 sufriendo una infraestructura que la vertebra y que supuso la mayor inversión pública que ha recibido la capital en su historia. Esta circunstancia debería estar muy presente en la reunión, como jienenses que son ambos. El problema de la financiación deberá ser abordado con seriedad por ambas administraciones. La Junta debería facilitar y apoyar económicamente la puesta en marcha del sistema tranviario y el Ayuntamiento debe tener muy claro que la mayor parte del coste de la explotación le corresponde a él, como medio urbano que es, más allá de las concesiones que la Junta realice en un futuro como transporte metropolitano (recordemos su aparcamiento de vehículos disuasorio para las poblaciones cercanas). Si hubiere voluntad en estos aspectos no hay que olvidar el coste que supondrá echarlo a andar tras cuatro años de inactividad, algo que ya deberían estar sopesando ambas administraciones, de lo que ambas son responsables: la Junta por no terminar de arreglar las deficiencias y el Ayuntamiento por dejar el tranvía olvidado. El resto, solo será voluntad política.
