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Los animales sueltos en las carreteras causaron 12.387 accidentes en 2008

Los animales sueltos en las carreteras causaron 12.387 accidentes en 2008, una cifra un 12,4% superior a los 10.838 del año anterior, aunque las víctimas mortales bajaron de 12 a 8 y también el número de heridos, según datos facilitados a Efe por la Dirección General de Tráfico (DGT).

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  • Los animales sueltos en las carreteras causaron 12.387 accidentes en 2008. -
Los animales sueltos en las carreteras causaron 12.387 accidentes en 2008, una cifra un 12,4% superior a los 10.838 del año anterior, aunque las víctimas mortales bajaron de 12 a 8 y también el número de heridos, según datos facilitados a Efe por la Dirección General de Tráfico (DGT). 

Son colisiones y salidas de vía, más frecuentes que graves, que el año pasado conllevaron 836 heridos (106 graves y 730 leves), por debajo de los 880 de 2007 (117 graves y 763 leves), según la DGT, cuyos datos no incluyen País Vasco y Cataluña, comunidades que tienen las competencias de Tráfico transferidas. 

Esta accidentalidad se produce en un 80% de los casos en carreteras convencionales (10.012 accidentes). 

En autopistas fueron 352 y en autovías 1.756. 

El resto ocurrieron en caminos vecinales (180), ramal de enlace (11), vía de servicio (8) y 68 en otro tipo de vías. 

El atardecer, entre las 19.00 h. y las 23.00 h., es el momento del día en que se producen más siniestros, un 47%, seguido del amanecer, con un 14%, entre las 06.00 y las 08.00 h. 

Jabalíes, corzos, ciervos y zorros, son entre los animales silvestres, los que causaron el 60% de los accidentes (7.423), mientras que los domésticos, bovino, ovino, equino y canino, fueron los responsables del 30% (3.747). Otros animales, sin especificar, causaron el 10% restante. 

Los jabalíes, con 3.903 accidentes, en el grupo de animales silvestres, y los perros, con 2.889, en el de domésticos, son los que han provocado el mayor número de siniestros. 

La reducción y fragmentación de los hábitats, a consecuencia de las construcción de carreteras, junto con el crecimiento de las poblaciones de determinadas especies son las razones principales, a juicio del Ministerio de Fomento, que explican la irrupción de un animal en una vía. 

Para tratar de impedirlo, las carreteras cuentan con vallados metálicos de cerramiento, barreras olfativas y luminosas para el alejamiento de animales, pasos superiores e inferiores para dar continuidad a los hábitats y sistemas de advertencia de peligro. 

También se realizan tareas de limpieza y desbroce de los márgenes. 

“Los animales tienen unas querencias, están acostumbrados a utilizar determinadas zonas para sus hábitos, y esto debería tenerse en cuenta al estudiar los trazados”, explica a Efe Teo Oberhuber, coordinador de campañas de Ecologistas en Acción. 

Según sus estudios, “al año mueren en las carreteras unos diez millones de animales vertebrados”, entre los que estarían incluidos aves, anfibios y reptiles, además de grandes vertebrados. Están excluidos los insectos. 

La tendencia a una mayor protección de las especies y el consecuente crecimiento de la población de algunas de ellas no justifica para Oberhuber un aumento de atropellos. 

“Los animales estaban ahí antes que las carreteras. Hay que tener en cuenta que cuando se construye una vía se está haciendo sobre un espacio natural en el que hay una fauna, y el elemento nuevo que rompe la armonía es la carretera”. 

Lo más importante es “ver si la carretera es necesaria. Reducir 20 minutos en 300 km, no lo justifica”. Antes de la construcción de una vía, subraya, “hay que valorar qué beneficios se van a conseguir y con qué riesgos, y en base a eso tomar una decisión final”, señala Oberhuber. 

Según los datos facilitados a Efe por el Ministerio de Fomento, con carácter general, los 10.634 kilómetros de la Red de Alta Capacidad del Estado (autopistas y autovías) disponen de un cerramiento lateral en toda su longitud. 

Además, en las autovías o autopistas, y previo estudio de impacto ambiental, se han construido pasos superiores o inferiores de fauna que persiguen la conexión de hábitats fraccionados, y otros pasos para evitar la entrada de animales por los enlaces. 

En las carreteras convencionales, que no disponen de cerramiento lateral, las medidas adoptadas son fundamentalmente el desbroce de márgenes, complementado con la colocación de señales de advertencia de peligro debido a animales sueltos y la limitación de velocidad. 

El responsable de un accidente causado por un animal doméstico es siempre el dueño. Pero ¿a quién reclamar si es silvestre?

Hasta 2005, la legislación responsabilizaba a los dueños de los cotos de caza, por considerar que se trataba de una actividad por la que recibían un beneficio económico, explica a Efe Pablo Sáez, director gerente de ACEX, Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras. 

Pero a partir de 2005 cambió la ley, que ahora responsabiliza al conductor, si ha cometido una infracción; o a los titulares de los cotos, cuando el accidente sea consecuencia directa de la acción de cazar; o al titular de la vía pública como consecuencia del estado de conservación de la misma y de su señalización. 

“El cambio de criterio en la ley nos ha causado una situación complicada a las empresas de conservación. Los jueces, sentencia tras sentencia, nos están imputando la responsabilidad”, explica Sáez. 

La función de las empresas de conservación –agrega– es colocar, implementar, vigilar la efectividad real de las medidas de protección, y “estamos viendo que ésta es entre baja y muy baja”, agrega. 

El vallado cinegético en carreteras convencionales ha trasladado los accidentes al principio y final de las vallas, porque los animales buscan la salida. Y los sistemas de olores y de captafaros tampoco han funcionado porque “los animales se acostumbran a ellos y no huyen”. 

Por ello, algunas administraciones –afirma Pablo Sáez– han optado por utilizar no sólo las señales triangulares que alertan de la presencia de animales sueltos, sino también carteles grandes y de color llamativo, que avisan de que se entra en una zona peligrosa. “Porque es más fácil que el conductor haga caso, a que lo haga el animal”, concluye.

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