La capital gaditana ha sido agraciada con dos quintos premios del sorteo, con una cuantía aunque no excesivamente llamativa, sí como para no tener que decir otro año más que la suerte ha pasado de largo por la Tacita de Plata. En concreto, el número 81.854, dotado con 60.000 euros al billete, 6.000 euros al décimo, ha sido vendido en la administración número 6, en la Avenida Ana de Viya. Además el 81.156 ha caído en la Plaza del Mentidero, también dotado de 60.000 euros el billete, 6.000 euros el décimo.
El número 81.854, que ha resultado agraciado con uno de los quintos premios del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, dotado con 60.000 euros a la serie, ha llegado hasta la capital gaditana. El responsable de la administración que ha repartido el premio, José María Díaz, localizada en la Avenida Ana de Viya, afirmaba que ha vendido un billete y que “es la primera vez que reparte un premio de la Lotería de Navidad” en los más de 30 años que lleva al frente del despacho de loterías. Eso sí, se mostraba “muy contento” porque también ha vendido muchos boletos con la terminación del número del Gordo de Navidad, 62.246.
El número 81.854 fue cantado por los niños de San Ildefonso a las 11.27 horas, en el décimo alambre de la quinta tabla, y también se ha repartido en las provincias andaluzas de Málaga y Sevilla.
El Gordo de la Lotería de Navidad también ha salpicado con un poco de su gracia a Cádiz con otro de los quintos premios, lo que servirá para volver a oír la manida frase de “tapar boquetes”, con lo que el número llamado a tapar boquetes es el 81.156, vendido en la Plaza del Mentidero por Francisco Lozano, también dotado de 60.000 euros el billete, 6.000 euros el décimo.
Precisamente vecinos del castizo barrio gaditano señalaban a este medio su satisfacción porque algo haya caído en esta zona tan azotada por la crisis y el paro. No en vano, y a pesar de que hoy no abría el estanco y despacho de juegos, sí hubo momentos en los que la gente se arremolinaba en torno al establecimiento, envueltos en un murmullo de alegría contenida, como esperando al menos vivir la felicidad efímera a través de tercera persona, como para comprobar si eso de la suerte es contagioso.
