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Sábado 20/04/2024  

Alcalá la Real

El joven Pedro Rodríguez y su hazaña de fotografiar desde la estratosfera

El joven, de 17 años y padre alcalaíno, lograba hace una semana realizar espectaculares fotografías desde un globo de helio que alcanzó una altura de 32 kilómetros

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  • Pedro, antes del lanzamiento.

El lanzamiento de globos inflados con helio para la obtención de fotografías a gran altitud es una práctica que cuenta cada día con más adeptos, es lo que se llama "High Altitude Balloning" (globos de gran altitud). Lo que ya no es tan habitual es que un "experimento" de tales características sea realizado por un chico de tan sólo 17 años como parte de un trabajo de Secundaria. Sin embargo, éste ha sido el caso de Pedro Rodríguez Rueda, estudiante de Bachillerato de padre alcalaíno y residente en Barcelona, que, de vacaciones en nuestra localidad, el pasado fin de semana, desde un punto entre Alcaudete y Martos -era necesaria la elección de un terreno llano, con escaso relieve- lanzaba un globo que se elevaba hasta los 32 kilómetros de altura, realizando fotografías realmente impresionantes desde la estratosfera.

"Básicamente la idea nace de que yo necesitaba para finalizar el Bachillerato realizar un trabajo de investigación. Sabía de que en países extranjeros se habían hecho lanzamientos de globos de este tipo hasta la estratosfera y, dado que me interesa bastante el tema de la exploración espacial, esta es una forma no muy cara y bastante accesible, entre comillas, de realizarlo. Se lo planteé a mi tutor y me dijo que, si podía hacerlo, pues que adelante. A partir de ahí empecé a investigar e investigar, vi que era factible, y es cuando empecé a pedir las piezas, el localizador, el transmisor de radio. La verdad es que todo ha tenido un trasfondo de investigación enorme ya que casi nadie tiene guías de como hacer esto, das un paso y no sabes donde tienes que dar el siguiente porque vas un poco perdido. Pero con un poco de ayuda y con imaginación he podido ir sorteando las dificultades. Al final he acabo llevando a cabo la idea principal, que ha sido la de mandar un globo a un mínimo de treinta kilómetros de altura, que éste me mandara en todo momento la posición y que tomara fotos de todo el recorrido".

El mérito de Pedro es doble si tenemos en cuenta que, para ser un proyecto de Secundaria, tiene un coste de entre 800 y 900 euros que él mismo se ha costeado con sus propios ahorros. En la actualidad, Pedro Rodríguez Rueda, de 17 años, vive en Barcelona y estudia en el colegio Pere Manyanet, y aunque pueda sonar raro, está realizando el Bachillerato Social-Económico, con miras a cursar estudios superiores de Administración y Dirección de Empresas, porque, porque tiene claro que que es eso, precisamente, lo que le gustaría acabar haciendo, formar su propia empresa. No en vano, su padre, con el que a menudo habla de economía, según confiesa, también cursó ADE y le animó en su día a optar por esta vía.


Hay que apuntar que la realización de un experimento de este tipo no es precisamente sencilla. En el caso que nos ocupa, Pedro debió solicitar los correspondientes permisos a AENA, delimitar la zona donde calculaba, más o menos, que iba a caer el globo, y desde este organismo se envió una nota que es, de hecho, un aviso para todos los aviones cuya trayectoria pasara por dicha área, para que tuvieran conocimiento del lanzamiento del artefacto. No hay que olvidar que estamos hablando de un objeto de unas dimensiones que, aunque pequeñas, deben ser tenidas en cuenta ya que, la sonda más el paracaídas -dos bolas, en una de lasa cuales van las cámaras y en otra los localizadores- don 1,4 kilogramos, mientras que la longitud, de punta a punta, es de 30 metros (sólo la cuerda del paracaídas al globo mide 18 metros). Finalmente, la práctica ausencia total de viento hizo que el globo cayera en un punto situado a unos 10 kilómetros al norte de Baena, tan sólo unas decenas de kilómetros al oeste del punto original de lanzamiento, sobre un campo de girasoles, después de que su trayectoria estuviese localizada en todo momento. Objetivo cumplido para este joven que nos deja, como testimonio, algunas de las instantáneas más bellas que se han tomado de nuestra tierra a más de 30.000 metros de altura.

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