Siendo sinceros, la política no es un mal oficio. En torno a 80.000 personas en este país dedican su noble existencia al arte de hacer política: 8.112 alcaldes, 65.896 concejales, 1.206 parlamentarios autonómicos, 1.031 diputados provinciales y 650 senadores. Hay más, de hecho otro estudio lanzado desde Presidencia dice que la suma asciende a 445.568 contabilizando todos los niveles de la administración y sus empresas públicas. Pero a saber, algo así como los liberados sindicales, nunca hay datos oficiales.
Y digo que no es mal oficio porque si bien es cierto que ingrato resulta porque pocos son los políticos que obtienen el reconocimiento de los ciudadanos, ninguno por esta razón decide marcharse, más bien todo lo contrario. Desde el Rey Juan Carlos -175.622 euros anuales- hasta el último concejal de pueblo saborean y disfrutan las mieles de vivir de la ubre pública, y no por ello quisiera menospreciar su labor porque necesaria es, mejorable también, cara sin duda.
¿Cuánto debería ganar un político? ¿Por qué, siendo público su sueldo, le molesta tanto que de él se hable? Si Rajoy -78.185 euros al año- ha modificado el panorama de sueldos públicos a través de diferentes recortes y acotado la barra libre a diferencia de lo que hicieron sus antecesores, Zapatero y Aznar -74.580 euros al año-, el sistema de nóminas públicas aún está pendiente de una ley reguladora y, por añadidura, adelgazante, tanto en retribuciones, como en pluses, extras y entorno -22.000 coches oficiales circulan por las carreteras de esta España agrietada-.
Y, por algo será, cuando a un político se le quiere molestar solo hay que recordarle su sueldo. Y se enfada como si la culpa la tuviese quien pregunta. ¿Es malo hacerlo? Si el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya -80.000 euros al año- se ha molestado esta semana por haberse aireado su salario será quizás porque resulta más difícil convencer a sus ciudadanos del esfuerzo colectivo que hay que hacer cuando, vía Senado, su final de mes es, digamos, muy agradable. Y se entiende el enfado. E incluso se respeta que todo un senador deba ganar lo que él y otros tantos, cuestión distinta es el debate de si el Senado sirve para algo, que sinceramente creo que no y, es más, si un día desapareciera el 98 por ciento de los españoles ni se enterarían.
Que Artur Mas -144.030 euros al año- hable de pacto fiscal e independencia será porque se siente obligado a conseguir cosas que justifiquen tamaño descalabro de sueldazo, uno de los mayores del país. Más del doble de lo que gana Griñán -63.808 euros al año-, será porque Cataluña siempre se sintió el doble en todo a ésta mi tierra. Cospedal, marido al margen, se retribuye bastante bien -100.696 euros al año- y hasta en eso le gana a su competidora natural política, Soraya Saenz de Santamaría -73.486 euros al año-, y ambas pierden con respecto a una Ana Botella -101.987 euros al año- que no se entiende esté ocupando el cargo que tiene como alcaldesa de Madrid porque nunca vi méritos en ella como para eso salvo el derecho de camada y el consiguiente dedazo gustoso que siempre practicó su marido. Un defecto que el PP debe corregirse y evitar derechos sucesorios como, otro ejemplo, el de Zoido -61.918 euros al año- en Andalucía.
Cuestión otra es el despilfarro que en la mayoría de los casos no son públicos porque ley no escrita pero entendida por casi todos es no hablar públicamente de sueldos y, en lo posible, evitar airear cuestiones escabrosas porque de eso todos los partidos tienen rincones sin luz. Que el ex alcalde de Almuñécar, de un partido independiente, gastara 1.808 euros en dos viajes a Madrid en taxi resulta exagerado, o que el Ayuntamiento de Sanlúcar, en la época anterior, tuviese contratadas 270 líneas telefónicas y entre los servicios figuraran descargas de juegos, muchas llamadas a Cuba -las cosas de Gómez-, y muchas llamadas a líneas eróticas -las cosas de todo el mundo sabe quién- es, llanamente dicho, de vergüenza. Irene García -59.000 euros al año- debió dar más publicidad al asunto porque no siempre vale dejar las alfombras quietas; e igual pasa en Diputación, donde Loaiza -68.400 euros al año- no entró a saco con determinadas cuestiones de la época anterior y Cabaña -3.126 euros al mes- lo sabe y agradece, tanto como Pilar Sánchez -acaba de inaugurar puesto menor- hace lo propio con Pelayo -68.000 euros al año-, que se encontró con 42 cargos por encima del sueldo de Alcaldía y los ha ido rebajando a cuchillo, aunque tal vez lo que se debería rebajar con el mismo instrumento son las 767 personas que entre alcaldes, concejales, parlamentarios, congresistas, senadores y delegados provinciales de la Junta disfrutan de nómina en la provincia de Cádiz y que asciende, según un estudio, a unos 14 millones de euros al año. Y que conste que no digo que me parezca mucho, poco o mal. De verdad. Creo que el dinero bien invertido con retorno y beneficio es algo bien hecho, debatir si Cádiz obtiene el retorno adecuado a esa inversión en nómina política es algo que solo compete al ciudadano cuando ejerza su derecho a voto.
Hay muchos sueldos más pero, la verdad, todos son de ese estilo, y mi idea de hoy, la mejor que he tenido me confieso, era situar el precio del poder y lo que nos cuesta mantenerlo a través de las nóminas de quienes lo ejercen. Decir que no es malo que se sepa lo que un político gana, que en muchos casos, de veras, se lo gana de sobras por la presión que padece, las horas que mete y que a su casa quita y que nadie jamás le reconocerá, pero sin dejar de denunciar a aquellos que están solo por el disfrute del glamour, que los hay y muchos, paseantes que a todo dicen que sí y que formativamente desprenden dudas serias porque, y dicho sea de paso, el nivel es, digamos, mejorable. Los datos ofrecidos son públicos pero, seguramente, inexactos, porque difícil, casi imposible, es conocer al detalle todos los matices vía complementos, cargos acumulados en consejos o demás. Un ejemplo, Rubalcaba -13.797 euros al mes- tiene, según aparece, tres nóminas. ¿Y quieren que lo deje?
Creo que como se está haciendo con todo es de lógica acotar el número de representantes públicos y las retribuciones que deben tener, lograr que la política sea menos glamurosa y más administrativa y convencer a más de uno de lo importante que es estar bien rodeado de un equipo de técnicos profesionales y capaces de gestionar porque, la mayoría de las veces, el alcalde de turno se rodea de incapaces políticamente correctos.
22.719. Este es el salario medio de los españoles que tienen la fortuna de tener un salario. Que cada día son menos