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La otra banda del Coto

Irene García deberá manejar fidelidades y compromisos para rodearse de quienes debe y hacer fuerte lo que ayer ganó

El proceso político interno que ha sufrido el PSOE de Cádiz y que ayer terminó en su congreso provincial de Chiclana ha sido largo, tortuoso, pendenciero, separatista y sienta un precedente histórico por cuento la votación final supone, al margen de una victoria renovadora, un punto y final a décadas de dominio para esta organización de clanes férreos con origen geográfico que por fortaleza orgánica han manejado las riendas del partido y, bien es cierto, lo han hecho gracias al mayoritario respaldo que lograron en urnas. Ayer, frente a Irene García, perdió el rostro de Rafael Quirós, pero quienes realmente cedieron fueron Cabaña y, sobre todo, un Luis Pizarro al que todos cuestionan el interés por alargar su brazo cuando es evidente que el chavismo cotiza a la baja y que por edad, trayectoria e historia el más laureado secretario de Organización del PSOE andaluz debería haber valorado un retiro más honroso que el que ayer quiso darle el congreso provincial. Tal vez sea que en política la veteranía lo enseñe todo excepto el cuándo y cómo debe uno apartarse o, quizás, esa guerra personal que emprendió con Griñán el día que en la SER dimitió de Consejero de Gobernación sin previo aviso ha cegado su visión para llevarle a pelear hasta la última papeleta en este congreso. Pero ha perdido públicamente, arrastrando a mucha gente, separando a su partido y lo ha hecho, entiende él, frente al griñanismo recién bautizado en Almería y representado en Cádiz por un grupito de socialistas jóvenes y otro menos joven y todos entorno a la sonriente figura de Irene García, alcaldesa de Sanlúcar, miembro de la ejecutiva Federal, a la que Griñán dijo un día ¨sigue tus propias huellas¨ y lo ha hecho para caminar hasta la secretaria General del PSOE de Cádiz. Y su Sanlúcar natal, hermosa tierra, recoge un testigo que nunca antes abandonó las calles de Alcalá, ese también hermoso pueblo gaditano fuerte como sus clanes.

Integración. Quienes conocen a García de algo más que de un rato de charloteo, donde se maneja con soltura, saben que de tonta tiene lo justo, ná, y como ejemplo valga que ha sabido manejar este toro gaditano capoteado en noches de luna llena hasta llevarlo a su corral pese a que lo que tenía enfrente era un animal resentido y dispuesto a cornearla en todo lance. Pero ha manejado izquierda, que es el toreo de arte, y verbo, comprometiéndose lo justo y sacudiéndose tutelajes que más mal que bien la han hecho. ¿Ahora? Ese será otro toro y debe cuidar la imagen final que ofrezca su victoria para que los que la han votado confirmen que hicieron bien y que la suya era la opción correcta en la búsqueda de la renovación interna.
En su saca García lleva renovadores de pata negra que en la mesa camilla inicial de este proceso y formada por ocho estaban representados, además de por ella, por López Gil, Ruiz Boix y Márquez, y otros cuatro, Cornejo, Blanco, Menacho y Barrios, añadidos a la corriente por el caudal del griñanismo. Ocho. Más los sectores del, en cristiano dicho, cabreo con Cabaña y Pizarro como pueda ser buena parte de la agrupación de Jerez con Pilar Sánchez a la cabeza, que ahora encontrará la salida que persigue y dejará hueco para que en Jerez asome luz. Como en El Puerto, como en otros sitios donde cuitas o afinidades personales interesadas han alimentado lo insostenible.
Para ello, ejecutiva provincial. E Irene García deberá manejar fidelidades y compromisos para rodearse de quienes debe y hacer fuerte lo que ayer ganó.
López Gil será nombrado en días delegado del Gobierno en Cádiz, al tiempo que Márquez compartirá su nombramiento en la Junta con peso en lo orgánico y Boix será vicesecretario y referente para el campo de Gibraltar, donde otros históricos como España o Marmolejo, que un día le acusaron de no ser ¨pata negra¨ para el pizarrismo, le verán emerger. Y eso le pone mucho al alcalde de San Roque, que también tiene cuentas pendientes en su agenda.
Pero, al margen, García, al contrario que Griñán, defenderá la integraración porque es lo acertado para cerrar el proceso y sanar una herida que lleva años abierta y que ningún bien le ha hecho a la siglas que a todos une, otra cosa es que los perdedores queden satisfechos porque eso nunca pasa y Cabaña, que deja la secretaría de Organización tras doce años, no honrará la cesión de testigo porque lo hace perdiendo contra quien pensó era suya porque un día le rió una gracia y no. Irene ríe mucho y Paco lo entendió tarde.

Sanlúcar de Barrameda. Este pueblo marinero del que devoto soy ha brillado y lo hace por muchas y diversas cuestiones que a casi nadie se le escapan, solo hay que visitarlo para enamorarse perdidamente de su aroma como lo haces de una dama con tacones y perfumada que, toda mala, te mira de reojo. Te embruja. Pero mi pueblo, porque uno es de donde quiere, nunca brilló por liderazgo político y menos por uno que supiera traspasar sus fronteras a este lado del Coto. Porque el Coto, toda Sanlúcar lo sabe, tiene dos bandas, pero nadie se imaginaba que una de ellas podía nada menos que renovar a este PSOE de Cádiz. Y lo ha hecho, vaya que sí.

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