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Sevilla

Hipocresía

La hipocresía hispalense está de fiesta. Junio y julio, meses de veladas, verbenas y saraos estivales, celebran con alegría la victoria de San Petersburgo...

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La hipocresía hispalense está de fiesta. Junio y julio, meses de veladas, verbenas y saraos estivales, celebran con alegría la victoria de San Petersburgo. Los sevillanospartidarios de la infame torre se solazan de los resultados obtenidos y miran confiados hacia el futuro. Si bien ya podremos contemplar más rascacielos en otros espacios diferentes al del Guadalquivir y la isla de la Cartuja, por otra parte, contaremos con otros espacios protegidos cuales la Torre del Oro y el famoso barrio de Santa Cruz, que al parecer se consideran paisajes urbanos.

De paisaje, precisamente se trataba cuando los ciudadanos denostaban a la infame torre ¿ Se pretende ahora, tal vez, defender la otra orilla frente al invasor, fortificándonos alrededor de la Torre del Oro, y ampliando como último bastión a defender la antigua judería de Sevilla? Sí, seguiremos siendo Patrimonio de la Humanidad pero ahora mucho más, con algunas hectáreas más.

La afirmación de que los monumentos sevillanos declarados Patrimonio de la Humanidad no sufren el impacto visual o que, desde ellos, no se contempla la nefanda torre es falaz e inicua y nos demuestra su ceguera e insensibilidad al paisaje. Además carece de sentido ampliar ahora unos espacios que están en el mismo centro histórico, próximos al entorno de los tres grandes monumentos, y como vulgarmente sostiene la sabiduría popular “hecha la ley, hecha la trampa”, dada la habilidad de nuestros gestores para el funambulismo político. El arquitecto Rafael Moneo, recientemente, opinaba que todo esto podía haber sido evitado y que no había ninguna necesidad de ello. En última instancia, lo mismo da y a ellos les da igual ochenta que ochocientos a no ser que se trate de millones.

Las declaraciones de bien de interés cultural para nuestros monumentos suelen acaecer cuando ya están en la ruina. Tal es el convento de las Teresas, situado en el barrio de Santa Cruz, fundación de Teresa  de Jesús y Juan de la Cruz, en ruina desde hace más de veinte años, y que fue declarado monumento hace sólo dos años, a cuyas obras de restauración han contribuido en buena parte con actos benéficos la asociación de vecinos. Curiosamente, en el texto de la declaración se lee que “en razón de la ubicación del inmueble dentro del Conjunto Histórico de Sevilla no se considera necesaria delimitarle un entorno de protección”. Sin embargo, en función del Plan Especial de Protección del Sector 7 Catedral del Conjunto Histórico de Sevilla se pretende demoler la parte trasera del convento para comunicar dos adarves. Más valdría que protegieran y velaran por el impacto visual de bares y comercios de la zona sobre los monumentos y su entorno. Pero esa es otra historia que recuerda la respuesta de aquel cínico personaje de Marcel Carné en El aire de París: “La vida me ha enseñado que la autenticidad no se paga”.

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