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Alcalá la Real

Alcalá también vibró con La Roja

Cientos de alcalaínos se congregaron ante la pantalla instalada en el Paseo de los Álamos para seguir la histórica victoria de España en la Eurocopa

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  • Aficionados alcalaínos congregados en el Paseo de los Álamos. -

El Paseo de los Álamos volvía a convertirse en la noche del domingo en una especie de ágora en la que se congregaban cientos de alcalaínos para disfrutar juntos del verdadero espectáculo que la selección española de fútbol regaló una vez más, quizá en esta ocasión de una forma superlativa, a millones de españoles, en otra noche mágica, que pasará al recuerdo de todos como una de esas nuevas páginas a las que nos está acostumbrando un equipo de ensueño que quizá no vuelva nunca a repetirse.

La temperatura, que había sido suave durante todo el fin de semana, en comparación con los sofocos de jornadas anteriores, acompañó a los numerosos seguidores de La Roja, que a medida que se acercaba la hora prevista para el inicio de la final, habían ido congregándose frente a la gran pantalla instalada por el Ayuntamiento. Era una recreación de lo que se vivía en tantas y tantas ciudades españolas, que creían en que ese equipo plagado de estrellas, quizá no tan rutilantes como las de otras selecciones, pero desde luego más efectivas, iba a lograr lo que nadie antes había conseguido.

Y así terminaría siendo, primero de la mano de un genial Silva, de estratosférico cabezazo cazado al vuelo; de sensacional remate luego, obra de Jordi Alba; finalmente, cuando el encuentro ya estaba decantado, y la tetracampeona Italia hacía rato que había entregado la cuchara, con un nuevo gol de Torres -quien le diría al Niño que cuatro años después volvería a marcar en la final de la Eurocopa, renovando el título para España- y otro, tras un pase con filigrana también del Niño, para que el gran Juan Mata pusiese la guinda a una final que solo podía haberse fabricado en el reino de los sueños.


Alcalá volvió a vibrar, en definitiva, con esta nueva alegría de nuestro fútbol, que nos ha acostumbrado, en demasiados pocos años, a lograr las más grandes hazañas como por inercia.

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