Victor Álvarez es de Torreblanca, tiene 28 años y es chapista de coches. “La verdad es que hasta hace unos meses no me imaginaba aquí, como artesano de la joyería”. Todo empezó por amor, hace dos años. La chica con la que matenía una entrañable relación llevaba en su muñeca una sencilla pulsera hecha con dos tenedores. Él se empeñó en mejorar ese complemento, y con otros dos tenedores y con las herramientas que tenía a mano, las del taller de chapa y pintura en el que trabaja, consiguió elaborar un brazalete, cuya foto enseña orgulloso. Fue su primera creación. A partir de ese día los tenedores entrarían a formar parte de su vida. “Me pongo a comer y no lo puedo evitar, me aburre verlo con su forma original”.
Pasaron los meses y también su destreza en la transformación del cubierto de mesa. Pero hace unos seis meses su afición daría un giro de 180 grados. Conoció a José María, hijo de unos joyeros de Guadajoz que quisieron inculcarle el oficio para que así pudiera dejar el duro trabajo en el campo. Unos amigos en común los presentaron y José María le propuso “unir las ideas de Víctor con las calidades y materiales que yo podía aportar como joyero”.
La idea fue tomando forma y hace unos meses dieron un paso hacia adelante. Alquilar un pequeño taller en los corralones de la calle Castellar. Allí pasan ahora las noches y los fines de semana trabajando en cada pieza. Por el momento varias tiendas ya los exponen y los encargos van en aumento. También están orgullosos de su evolución y la gran amistad que cada día se fragua más fuerte.
Todavía no tienen web, pero si un perfil en Facebook: El Niño Tenedor
Todo el que los visita no puede evitar el asombro y repetir la misma frase: “¿Esto es un tenedor?”.