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Desde mi azotea

Cómo sentirnos a gusto con nuestra vida

"Dime cómo.te tratas y te diré cuàn a gusto te sientes"

Publicado: 14/11/2024 ·
21:40
· Actualizado: 14/11/2024 · 21:40
Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

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Con frecuencia nos sentimos a disgusto con nosotros mismos y eso, en gran parte, es consecuencia de cómo nos tratamos, como nos exigimos y qué nos decimos en nuestros diálogos internos. Y es que, a veces, prestamos poca atención a todo lo bueno que hay en el interior de nosotros. Ahora mismo, pregúntate, ¿cuáles pueden ser aquellas características de tu personalidad que te pueden llevar a ser una persona poderosa, capaz y valiosa?, ¿qué dirías si tuvieras que hablar bien de ti ante los demás durante cinco minutos seguidos? Solemos tener muy claro cuáles son los rasgos que tenemos que mejorar, en qué fallamos y de qué carecemos y qué podemos hacer para volver a estar más capacitados. Conocemos nuestros rasgos, características y talentos que quisiéramos tener y no tenemos. A veces somos expertos en detectar nuestros fallos de inmediato y una memoria descomunal para recordar lo que no pudimos lograr o se quedó a la mitad. Y no todo es así, porque valemos mucho más de lo que nos creemos.

Las personas somos a veces duras con nosotros mismas y no vemos los puntos fuertes que tenemos, los recursos por los que nos debemos sentir orgullosos. Optamos a castigarnos destacando todos nuestros defectos y subestimando lo virtuoso. ¿Cómo es posible que alguien se sienta bien consigo mismo si se recuerda a cada momento todos sus defectos? ¿Cómo es posible que alguien se sienta confiado ante la vida si lo que ha logrado permanece en segundo plano, teniendo siempre como protagonismo aquello que no ha conseguido? ¿Cómo alguien puede sentirse orgulloso de sí mismo, si tiende a resaltar los motivos por los cuales avergonzarse o sentirse arrepentido?

Durante muchos años la psicología tradicional ha puesto el foco en curar lo enfermo, en coser lo descosido, en reparar lo roto y en sanar los traumas. Sin embargo, hay otra psicología: la psicología transpersonal con raíces en la psicología humanística que nos aporta la fórmula que nos conduce a sentirnos personas realizadas. Esa psicología se basa en conocer a las personas, en cómo viven, qué hacen, qué decisiones toman, qué piensan, qué se dicen a si mismas y cómo aprovechan sus dones y talentos.

Por tanto, podemos afirmar que la psicología humanística es una disciplina que no solo ayuda en los peores momentos sino que, ante todo, es entendida como un recurso para optimizar la calidad de vida, para llegar a lograr satisfacción y realización personal, para acompañar a cada ser humano sensible a desarrollar lo mejor de sí mismo, a desplegar su alas y a poner en acto su potencial. Porque está claro que con estar sanos físicamente no es suficiente, lo importante es darle un sentido más amplio a nuestra existencia. Y para sentirnos a gusto tenemos que comprender que la vida no es solo enumerar una lista interminable de “tengo qué” cada día desde que empieza hasta que termina. Lo importante es hacer de nuestra vida una vida significativa, tenernos como aliados, y eso no es posible si todo el tiempo nos estamos criticando y recordando los desaciertos.

¿Cuáles serían los pasos para sentirnos a gusto con nosotros mismos? En primer lugar, sería reconocernos como seres humanos y como tales falibles. No juzgarnos en el presente cruelmente sobre decisiones que tomamos en el pasado, olvidando que en aquel momento seguramente no teníamos el grado de conciencia que hoy tenemos para darnos cuenta. El segundo paso será enumerar las características más valiosas de nuestra personalidad. Algunas personas serán más disciplinadas, otras quizás más entusiastas, organizadas, creativas, perseverantes, emprendedoras, dispuestas, analíticas o prácticas que otras. Solo debe contar lo positivo, los recursos y las habilidades, que son nuestras herramientas para manejarnos en la vida. Si aparece el pajarito que nos habla al oído diciendo que no hay nada bueno en nosotros, déjalo hablar solo y continúa con tu tarea de destacar lo mejor de ti. El tercer paso es hacer un inventario de las cosas que has logrado, aquellas pequeñas o grandes batallas que sientas que has ganado.

El cuarto paso es definir objetivos que representen un desafío, a la vez que un crecimiento respecto al estado emocional en el que te encuentres. No hay superación si estamos haciendo todo el tiempo lo mismo, superarnos es pedirnos más, pero no desde la exigencia mal sana sino desde la conciencia de que podemos lograr objetivos deseables teniendo en cuenta los recursos con los que contamos y el historial de las batallas ganadas. Pedirnos más puede incluir desde aprender una habilidad concreta hasta dejar de renegar con lo que hoy nos trae problemas. No podemos estar toda la vida eligiendo vínculos que nos dañan, no sabiendo decir que no, dejando a la mitad, quedándonos con las ganas de animarnos. Si queremos sentir la grata sensación de evolucionar y no solo cumplir años, tenemos que pedirnos más, animarnos a más, reinventarnos, desafiarnos, atrevernos, emprender, aventurarnos… Las personas que se sienten a gusto con su vida, se tratan bien y se hacen bien.

Elige para ti aquello que sabes que será lo mejor, te guste o no, te cueste o no, pon toda tu energía más allá del placer momentáneo y toma conciencia desde donde la vida la veas de otra manera y comprendas que todos estamos aquí para irnos con las alas desplegadas y la conciencia ampliada. Esa es la meta de toda vida humana. ¿Estás en ese camino? Ojalá que sí, pues la sensación de sentirnos a gusto con quienes somos y la vida que llevamos, es una grata y muy valiosa recompensa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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