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El jardín de Bomarzo

´De ceses, dimisiones y nombramientos

Cuando Griñán le anunció ayer al consejero de Gobernación, Luis Pizarro, el cese del delegado del Gobierno en Cádiz, Gabriel Almagro, Luis le espetó: “¿Que cesas a mi delegado?”, a lo que contestó el Presidente: “Pensaba que era el mío…”.


Dicho todo. Acto seguido, Pizarro se enchufaba a un micrófono de la Ser y en un acto que para nada representa la actitud fría que ha mantenido en su larga y dilatada trayectoria política como secretario de Organización del partido más laureado en Andalucía, anunciaba a bombo y platillo su inminente dimisión como consejero. Acto seguido, y como broche a la bomba con efecto retardado provocada desde el regional, se cerraban los nombramientos para hoy de Francisco Menacho como nuevo Consejero de Gobernación y de Chiqui Jiménez Barrios como nuevo delegado del Gobierno en Cádiz. Y la ejecutiva regional reunida por la tarde en San Vicente, mirándose todos de reojo e interpretando el golpe de autoridad, seguramente con la connivencia del federal, dado por Griñán y su gente, que puede continuar con el cese de otros dos delegados provinciales afines a Pizarro.

Y digo seguramente porque a nadie se le escapan detalles que para nada son insignificantes. Como por ejemplo que Zapatero haya renunciado, se postulen Rubalcaba y Chacón para sustituirle, Griñán sea intimísimo de Chacón y en las primarias el peso de Andalucía sea vital para desnivelar la balanza y a cambio de apoyos el presidente de la Junta haya pedido que se acaben las interferencias en su territorio, escenificados en casos como por ejemplo el intento de golpe de estado con la operación Fustegueras en Jerez o el desmedido apoyo de Luis Pizarro a Antonio Fernández cuando la postura del regional ha sido dejarle caer. Y Rubalcaba, de hecho, las dos últimas veces que ha bajado a Andalucía no ha pasado por Cádiz, y antes lo hacía siempre, al tiempo que crece el contacto diario con Griñán. Y en política nada es casualidad.

Mientras tanto, Cabañas se inquieta por días. Nada de todo esto le viene bien y observa preocupado cómo el partido se mueve para evitar su designación como presidente de Diputación y, claro, le huele a chamusquina, no es para menos, a pesar de lo cual prepara su ejecutiva provincial del viernes con el punto del día destacado de ratificarle para los próximos cuatros años, aunque la secretaria de Organización le haya pedido que no avance por ese camino porque la designación de presidentes las autoriza el regional como ha sucedido en los casos de Jaén y Sevilla, pero que Cádiz o Almería no han solicitado el oportuno permiso. Y Cabañas sabe leer entre líneas, tanto que asumió con gran frialdad el nombramiento de Menacho porque interpretó al momento lo que representa. Esta guerra ya tiene fijada su siguiente batalla y las primeras escaramuzas comenzarán en la ejecutiva del viernes. Cabañas lo sabe y se resiste, pero mira a su lado y ya no estará Luis Pizarro, que visto el nivel de enfrentamiento puede debatirse en retirada definitiva u optar, llegado el caso, a la secretaría provincial para echarle más madera a la fogata. Desmesurado, pero nada es improbable a estas alturas del culebrón.
En todo caso, los ciclos tienen final y el de Luis comenzó cuando Chaves le señaló en el último congreso como uno de sus dos amigos, el otro era Felipe González. Hoy sale del Gobierno, aunque en realidad medio pie lo sacó aquel día y él lo sabe y si ha aguantado este tiempo ha sido seguramente más por el entorno que por él mismo, un entorno que se queda vacío sin su referencia y que aguardará la decisión que tome para medir futuros posicionamientos. Es lo que tiene la política, posicionarse y reposicionarse constantemente, midiendo siempre el sentido y la intensidad del viento. Y si no, pregunten a Menacho, que hace unos días valoraba la posibilidad de volverse a Olvera a su puesto en el colegio tras las municipales y hoy será nombrado consejero y, es de suponer, contrapunto en el poder político del Psoe de Cádiz, y sabe que no es lo mismo ni parecido salir en mayo como diputado que hacerlo dentro de un año como consejero. Y es que en este navegar de la política activa se producen muchas amenazas de temporal y es entonces cuando hay que decidirse entre cuándo y hacia dónde desplegar las velas o, directamente, en qué momento tirarse al mar. Y aunque el agua está fría, Pizarro ha decidido nadar, Menacho navega a toda vela y está encantado con el nuevo horizonte y Cabañas pretende, cual lobo marino y valga la metáfora, un viraje certero para acomodar rumbo.

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