Mayo es sinónimo de fiesta en las aldeas alcalaínas. Es ver florecer las correhuelas y los carrizos en los campos y sacar de los arcones los instrumentos de viento y metal que han de amenizar procesiones y romerías por todo nuestro ancho término municipal. Este fin de semana ha tocado el turno a Ribera Alta y Peñas de Majalcorón. En esta última aldea, la fiesta de las flores tiene como protagonista a la Virgen de Fátima. En la mañana del sábado 18 de mayo su imagen era porteada en andas desde la ermita de este bello enclave. Al son del Coro Sones de Nuestra Tierra, no faltó el ponche y la secretaria, rematados con dulces y “arresol” preparados por los propios hermanos para celebrar un día de reencuentro y fiesta, en el que hubo también sitio para el divertimento de grandes y pequeños, con la celebración de porrones y cucañas.
Mayo continúa, por tanto, su estela festiva que ha de prolongarse durante las próximas semanas a lo largo y ancho de nuestra geografía. Este año, a diferencia de los pasados, hay mucho que celebrar. El agro recupera su esplendor tras temporadas duras en las que el agua fue escasa y a destiempo. Aunque no siempre en estas celebraciones se cuente con tanta gente como sería deseable, los oriundos de cada aldea se reúnen para celebrar sus orígenes y su tradición. Nada que ver con lo que fueron, pero al menos siguen con vida, preservando la identidad de un entorno que también sufre ese fenómeno de la España Vaciada del que tanto se habla.