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El Loco de la salina

¡¡¡Que es mi santo!!!

No sé si San Francisco de Paula ha influido en el tema, aunque no me extrañaría, porque mi santo tiene bastante peso en el cielo

Publicado: 31/03/2024 ·
20:20
· Actualizado: 31/03/2024 · 20:20
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Mañana martes, día 2 de abril, es mi santo. Tengo que decirlo, porque el año pasado el Loco de la salina no recibió ni un regalo de tantos lectores como parece que tengo. Refresco las memorias para ver si este año por fin llegan al manicomio esos buenos jamones a mi nombre, que a fin y al cabo siempre estarán bajo la protección de mi santo San Francisco de Paula, cuya existencia se extendió desde 1416 a 1507 (cumplió 91 años), que ya es vivir, cuando entonces la gente se moría bien temprano. Mi santo no tiene nada que ver con San Francisco de Asís, pero la gente me sigue felicitando el 4 de octubre y ya no sé cómo decir que no, que están equivocados, que los regalos me los tienen que mandar este 2 de abril y que ya están tardando. No sé cómo explicar que el de Asís vivió dos siglos antes que el de Paula. No hay manera.

Por eso quiero en estas líneas dejarlo claro. No me vale que el personal esté cabreado por esas abundantes lluvias que se han cargado esta semana santa que acaba de concluir. Los cañaíllas deben comprender que en el cielo los santos estaban liados y no sabían a qué bando contentar. Por una parte son legión los que les rezaban para que lloviera a cántaros y así frenar la sequía, y por otra una multitud les lloraba pidiendo que no lloviera más para salir en procesión. Después de muchas discusiones celestiales, los dioses decidieron abrir los grifos, reventar las nubes y llenar los pantanos.

No sé si San Francisco de Paula ha influido en el tema, aunque no me extrañaría, porque mi santo tiene bastante peso en el cielo, aunque fundó la Orden de los Mínimos. Pero, ojo, lo de mínimos no iba por que ustedes me regalen lo menos posible, sino por la humildad que predicaba, cosa que entonces, como hoy, hacía falta como el comer. Por lo menos hay que reconocer que a él se le debe el que con estas lluvias los del cambio climático estén más apaciguados.

Mi Francisco predicó el servicio a los necesitados, aunque en su contra tiene que insistió en que tendríamos que abandonar ciertos alimentos como la carne, los huevos y los productos lácteos, lo que hoy sería una auténtica ruina para los supermercados. Sin embargo, el actual papa Francisco dice que comer carne o no comerla es lo de menos. Es que no se aclaran. Y menos mal que no ha recomendado comer guisantes, con el precio que tienen los condenados con lo chicos que son.

Francisco de Paula fue declarado santo en 1519 por el papa León XI, y lo nombró Pío XII patrón de los marineros italianos, porque muchos de los milagros que cuentan de él se relacionan con el mar.

Bueno, a lo que iba. Tengo preparados en el manicomio unos cuantos cuartos para meter la multitud de regalos que espero de mis lectores. Como me fallaron el día de mi cumpleaños, que ya fue en enero, estoy seguro de que esta vez cumplirán conmigo. Pediría por enésima vez que nadie me escribiera deseándome felicidades, porque los deseos se evaporan en el aire. Prefiero el regalo de toda la vida, el que se puede tocar y disfrutar. Puede que la locura me esté conduciendo a huir de los inútiles deseos y a llevarme al terreno práctico, porque he comprobado que el deseo que tengo de salir de este manicomio se traduce en que sigo aquí encerrado.

Estar loco no significa que uno sea tonto. Quedo a la espera.

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