También el Vía Crucis se ha quedado este año en casa, por esa causa tan justa y necesaria que está siendo esta lluvia de primavera. Eran muy pocos los fieles que a la hora señalada se habían congregado en el patín de San Juan, en vistas de que la noche no levantaría. Algunas decenas más ocupaban los bancos del templo. Desde las siete, un goteo de devotos había ido pasando para rendir el besapié al Santísimo Cristo de la Salud, expuesto junto a la ofrenda floral.
En sustitución del tradicional Vía Crucis, que con tanto recogimiento transita cada Miércoles Santo por las calles del barrio de San Juan y los arrabales de la Mota, hasta la propia fortaleza, las diferentes estaciones han sido este año llevadas a cabo en el interior de la iglesia.
Para otro año quedará el volver a sentir las sagradas palabras bajo la luz de las antorchas, por la Puerta de Santiago, la Capilla del Deán o la calle Mazuelos.