Seguramente la festividad de la Candelaria de este 2024 sea recordada como la que ha despertado mayor expectación a lo largo de los últimos tiempos. Pese a que, desde hace mucho tiempo, desde el Ayuntamiento se había anunciado que no volverían a utilizarse palomos vivos en la tradicional procesión del 2 de febrero, el Partido Animalista con el Medio Ambiente (Pacma), anunció en la jornada de ayer la presentación de una denuncia en la que solicitaba “la cancelación inmediata de la procesión y ofrenda de pichones programada”. Ante dicha denuncia, desde el consistorio municipal se aseguró “no dar crédito a que se denuncie una actuación el día antes del evento, habiendo anunciado ya las cofradías organizadoras del mismo que no van a utilizar palomos vivos en el día de la Candelaria y que se adaptarán a la norma, según establece la ley de Bienestar Animal aprobada por el gobierno de España”.
Con estos precedentes, la procesión de hoy había despertando incluso la atención mediática, habitual en estos casos. Frente a ello, la respuesta de la ciudadanía alcalaína ha sido, mayoritariamente, la de arropar una celebración que se encuentra entre las más arraigadas del calendario festivo local. No en vano, han sido cientos las personas que se han congregado esta mañana en la iglesia de Consolación para asistir a la eucaristía, en la que se ha llevado a cabo la bendición de las candelas y romero. La misma ha estado seguida de la procesión de la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes por el Paseíllo de la Mora, con la posterior continuación de la eucaristía. En la misma, los populares palomos han sido sustituidos por una mera representación de hábitos, con los que se ha querido, sin embargo, hacer un guiño al pasado de esta fiesta.
Hacía muchos años, en definitiva, que no se recordaba una asistencia tan multitudinaria en la Candelaria alcalaína. El buen tiempo y la amena temperatura han hecho el resto, favoreciendo la perpetuación de una tradición que se iniciaba ayer, 1 de febrero, con la misa de vísperas y presentación de los recién nacidos a la Virgen, seguida de la lumbre en el Compás de Consolación, como un símbolo del advenimiento de esta adelantada primavera.
