Sin afirmar que respalda las declaraciones de Benedicto XVI, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, tampoco las censuró abiertamente, y se limitó a asegurar que no hay ninguna razón para generar alarma sobre la moral en España, un país que tiene “muy determinado” lo que es, lo que piensa y lo que cree, así como su modelo de convivencia, basado en la diversidad.
Frente a las palabras del Papa sobre el laicismo, cuya situación actual en España le recuerda a la de los años previos a la Guerra Civil, Gabilondo ha remarcado que éste es un país aconfesional.
También abogó por discursos serenos y mesurados, si bien, según sus palabras, comprende que una figura como el Papa manifieste opiniones religiosas.
En esa línea de respeto se movió también el secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias, para quien su partido está satisfecho con la buena marcha de la visita del Papa a Santiago de Compostela, primero, y a Barcelona, después.
Iglesias puntualizó que los socialistas comparten algunas de las declaraciones de Benedicto XVI y que otras las reciben con matices.
La secretaria general del PP, María Dolores De Cospedal, eludió cualquier “interpretación” de las declaraciones del Papa, especialmente las que versaron sobre el laicismo o la realización de la mujer en el hogar.
Tras abogar por una clara separación de la esfera política y del ámbito religioso, la número dos de los populares ha preferido recalcar “la buena proyección” que a España ha dado la visita del Santo Padre.
Ésta es la actitud que han expresado la mayoría de dirigentes del PP, caso, también, del presidente de Galicia, Alberto Núñez-Feijóo; pero algunos dirigentes no han evitado marcar distancias.
También en el PSOE hay quienes se han desviado de la línea predominante en el partido, y así el portavoz de los socialistas gallegos en el Parlamento autonómico, Xoaquín Fernández Leiceaga, ha opinado que el Papa hizo este pasado fin de semana “un diagnóstico incorrecto” de la sociedad española.