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Torremolinos

Discurso institucional del alcalde con motivo del XXII aniversario de la independencia municipal

?La memoria histórica de nuestra independencia, os dice que, a diferencia de otras memorias históricas que lo que pretenden hacer es dividir a los españoles, nuestro proceso de independencia no dividió a los torremolinenses, sino que nos unió y mucho?

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  • El alcalde, Pedro Fernández Montes, presidió el ?Día de la Independencia? -
  • ?La recompensa y beneficios que nos ha traído la Autonomía Municipal ya nadie la discute?
El alcalde de Torremolinos, Pedro Fernández Montes, destacó que "la recompensa y los beneficios que nos ha traído la Autonomía Municipal ya nadie la discute, porque están a la vista de todos", y reivindicó que "la memoria histórica de nuestra independencia municipal, la auténtica y sin manipulaciones partidistas, nos dice claramente que, a diferencia de otras memorias históricas que lo que pretenden hacer es dividir a los españoles, nuestro proceso de independencia, afortunadamente, no dividió a los torremolinenses sino que nos unió y mucho".
El primer edil hizo tales afirmaciones en su tradicional discurso institucional del pasado lunes, 27 de septiembre, conmemorativo de la consecución de la autonomía municipal, pronunciado en la Plaza de la Independencia ante un numeroso público, que disfrutó también, antes de la intervención del alcalde, de la interpretación de una selección de pasodobles a cargo de la Banda Municipal de Música.
Pedro Fernández Montes inició su intervención recordando que la celebración de este vigésimo segundo aniversario se produce tras recuperar la autonomía e independencia en 1988, "después de que la hubiésemos perdido 64 años antes, exactamente el 30 de junio de 1924, cuando culminó el proceso de anexión a Málaga", y dijo también, en este contexto, que "nunca hemos dudado de la buena fe de aquel reducido número de torremolinenses que dieron tan trascendente paso. Siempre dijimos que pensaban que era lo mejor para su pueblo, pero como el tiempo es el que da y quita razón, es obligado hacer memoria y poner en sus justos términos todas las circunstancias que posibilitaron la pérdida de nuestra independencia municipal".
A partir de ese momento, el hoy alcalde de Torremolinos, que fuera también presidente de la Junta Pro-Autonomía que lideró y culminó el movimiento de recuperación de la independencia municipal, explicó que "hay que recordar que aquella importante decisión fue tomada algunos meses antes, exactamente el 31 de octubre de 1923, pero solamente por un alcalde y seis concejales que no habían sido elegidos por el pueblo, sino directamente nombrados por el Gobierno de la Dictadura de Primo de Rivera, y que los algo más de tres mil vecinos que entonces tenía Torremolinos nunca fueron consultados si querían o no querían anexionarse a Málaga, a pesar de lo cual en el documento oficial solicitando la incorporación a Málaga, se razonaba la anexión con un argumento que no reflejaba la realidad, y cito textualmente: "que interpretando los legítimos deseos de la mayoría de los vecinos, solicitamos en legal forma la anexión del término municipal de Torremolinos al de Málaga".
Pedro Fernández Montes abundó en aquel episodio histórico explicando que entonces "se buscaron diversos argumentos y justificaciones como los adelantos que una gran ciudad podía aportar a un pequeño pueblo; los bajos ingresos que tenía el Ayuntamiento, así como el venir a menos de nuestro pueblo, motivado por el declive de nuestra importante industria molinera que en su día llegó a tener hasta 20 molinos movidos por las aguas de nuestros manantiales, que además regaban las huertas y campos de nuestro municipio", y relató igualmente que "dicho declive se vio fuertemente acelerado por el hecho de que el crecimiento de la ciudad de Málaga requería urgentemente agua potable para atender a su población y se sabía que las autoridades malagueñas ya habían iniciado el procedimiento urgente de expropiación forzosa de nuestros manantiales, con lo cual los molinos, nuestra única pero importante industria, estaban abocados a desaparecer a muy corto plazo".
"También era cierto -detalló el alcalde de Torremolinos- que, con el cierre paulatino de los molinos, se habían ido reduciendo los ingresos municipales hasta el punto de dejar exhaustas las arcas municipales, pero no era menos cierto que el Ayuntamiento de Torremolinos no tenía deudas, y que podía haber continuado su camino como pueblo independiente mejor que muchos otros pueblos andaluces, porque en aquellos tiempos las exigencias de los vecinos hacia los ayuntamientos eran mínimas y, para lo que era habitual en aquella época, Torremolinos no era un pueblo pobre, pues tenía una buena agricultura con más de 1.100 hectáreas de regadío y abundante pesca, y además había comenzado a desarrollarse como lugar de veraneo para españoles, con la construcción de importantes casas y mansiones a lo largo de la antigua carretera nacional, hoy la calle Cruz y la Avenida Palma de Mallorca".
Llegado a este punto, Pedro Fernández Montes afirmó que "el verdadero motivo de todo aquel proceso fue que prevalecieron los intereses económicos, sociales y políticos de una importante ciudad de España que entonces contaba con 170.000 habitantes, frente a los apenas 3.000 de Torremolinos, y porque, con la anexión, Málaga se ahorraba tener que pagar un importante canon anual por el agua", explicando a continuación que, "después de 1924, el pueblo de Torremolinos y sus gentes cayeron en un largo letargo del que necesitaron tres décadas para despertarse, cuando en los años 50 comenzó el boom del turismo en nuestro pueblo, fenómeno que después se extendió por el resto de municipios de la costa".
"Y fue precisamente entonces -añadió el alcalde- cuando empezamos a ver que el resto de municipios de la Costa del Sol con mucho menos turistas que nosotros pero con Ayuntamiento propio empezaron a mejorar sus infraestructuras, equipamientos y prestaciones… hasta el punto de que mediados los 70 ya superaban a Torremolinos en todo, debido a que el Ayuntamiento de Málaga tenía a Torremolinos como una caja recaudadora y no hacía absolutamente nada".
Pedro Fernández Montes fue en este apunto aún más explícito: "Si algunos recuerdan que en aquellos años se hicieron una o dos obras de relativa importancia, me permito recordarlo, porque muchos no lo saben, que el primer tramo de Paseo Marítimo que se construyó desde el Meliá Bajondillo hasta el Sanatorio Marítimo fue exclusivamente pagado por los hoteleros, y que la peatonalización de calle San Miguel la pagamos los que allí vivíamos".
Además, ilustró esta información con lo que calificó como "anécdota para los anales del ridículo político", explicando que "cuando muchos de los miembros de la Junta Pro-Autonomía hoy aquí presentes fuimos con nuestro dinero a tapar con hormigón los grandes baches y socavones que tenía la calle Rafael Quintana, los responsables socialistas de la Tenencia de Alcaldía llamaron a la Policía Nacional para que lo impidiera, cosa que con sensatez no hizo la Policía".
El primer edil de Torremolinos concluyó entonces que "indudablemente, la lucha por nuestra independencia tuvo un frente económico y si se quiere materialista, que tenía bastante importancia, porque el turismo cada vez exigía mejores prestaciones y atractivos, y a pesar de que desde Torremolinos continuamente pedíamos que se arreglaran las cosas, el Ayuntamiento de Málaga no hacía nada, y naturalmente comenzamos a preocuparnos seriamente porque veíamos que nuestra industria turística corría peligro".
Pedro Fernández Montes recordó en este sentido que "la consecuencia del abandono de Torremolinos era que Torremolinos iba a menos y perdía competitividad con respecto al resto de la Costa del Sol; y también cómo bajaba la calidad de nuestros turistas, y cómo después de haberlo sido todo en el turismo, Torremolinos pasaba a ser un destino devaluado, desprestigiado y el último en ser contratado por los touroperadores… y, por tanto, con un futuro nada halagüeño de seguir así".
En este punto, el alcalde añadió que "muchos, erróneamente, creyeron que el económico era el único motivo que nos movía para conseguir nuestra independencia; que al final sería una cuestión de invertir más o menos en Torremolinos y que en cuanto se hicieran unas cuantas obras, empezaría a desinflarse y después desaparecer el movimiento de independencia. Sin embargo -explicó-, no supieron valorar el sentimiento que teníamos los torremolinenses, simplemente porque gobernaban alejados de nosotros y de nuestras preocupaciones y necesidades, y también porque minusvaloraron y despreciaron que había un segundo frente aun más importante que el económico. Un segundo frente que no tenía precio. Era el apego a nuestra tierra y los valores humanos y sentimentales presentes en los torremolinenses tanto de nacimiento como de adopción; de que no queríamos perder nuestras raíces. De que seguíamos sintiéndonos un pueblo y no una barriada de Málaga. De que teníamos nuestra propia personalidad de pueblo. De que teníamos y queríamos conservar nuestras propias costumbres y tradiciones y, naturalmente, también queríamos, en aquella nueva España democrática donde la soberanía reside en pueblo, recuperar el legítimo derecho a elegir a nuestros propios gobernantes y a decidir nuestro futuro por nosotros mismos".
El alcalde dijo entonces que "los nueve años transcurridos entre 1979 y 1988 fueron una larga lucha contra los gobiernos socialistas en la Tenencia de Alcaldía de Torremolinos, en el Ayuntamiento de Málaga, en la Junta de Andalucía en Sevilla y en el Gobierno de España en Madrid, puesto que se negaban a darnos la independencia municipal y, ante tanto poder, muchos decían que sería imposible conseguirlo, porque era como David, pero sin honda, contra Goliat, armado. Pero se equivocaron, tanto los políticos que se oponían como los malos augures, porque creían que la razón de su fuerza se iba a imponer a la fuerza de la razón de los torremolinenses, que sabían muy bien lo que querían y lo que nuestra independencia iba a significar para nuestro futuro".
Por fin, Pedro Fernández Montes afirmó a continuación que "la recompensa y beneficios que nos ha traído la Autonomía Municipal ya nadie la discute, porque están a la vista de todos. Sin embargo, los torremolinenses debemos tener cierta memoria, porque a veces son los de fuera los que más aprecian nuestros cambios a mejor, y son los que nos tienen que recordar los avances que vamos teniendo año tras año".
Asimismo, dijo que "suele suceder que después de nosotros mismos circular habitualmente por la misma avenida pavimentada y ajardinada no le damos el debido valor porque pensamos que estaba ahí de toda la vida. Y lo mismo pasa cuando utilizamos varias veces las mismas instalaciones deportivas, o cuando solemos pasear por cualquiera de las muchas nuevas plazas que se han creado en Torremolinos, o cuando asistimos a los diversos eventos que se celebran en la Plaza de Toros, el Auditórium Municipal, o el Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso; o cuando paseamos y disfrutamos de los casi siete kilómetros del mejor Paseo Marítimo de toda la Costa del Sol… también tendemos a olvidar y creer que llevan ahí toda la vida".
Por lo anterior, Pedro Fernández Montes reivindicó que "hay que tener memoria y recordar cómo estábamos en 1988, y qué ha sucedido y que se ha venido haciendo desde entonces, hasta llegar al punto donde estamos. Y contamos con una ciudad, naturalmente mejorable, pero una ciudad moderna y relativamente bien cuidada, habitable, con un aceptable nivel de vida y positivamente valorada por todos aquellos que nos visitan. Y todo ello gracias a que un día un grupo de torremolinenses dio un paso adelante para rebelarse contra el trato injusto que Torremolinos recibía; creó la Junta Pro-Autonomía y, junto con el pueblo de Torremolinos, dieron una lección a toda España de cómo un pueblo supo luchar y reivindicar con mucha fuerza lo que creía que le pertenecía, pero dando un gran ejemplo de civismo y absoluto respeto a la legalidad hasta conseguir la independencia municipal".
"Ahora que se ha puesto de moda el término -concluyó el alcalde-, me veo obligado a reivindicar que la memoria histórica de nuestra independencia municipal, la auténtica y sin manipulaciones partidistas, nos dice claramente, que a diferencia de otras memorias históricas que lo que pretenden hacer es dividir a los españoles; nuestro proceso de independencia, afortunadamente, no dividió a los torremolinenses, sino que nos unió y mucho; porque, salvo unos, muy pocos y politizados, que no dudaron en traicionar a su pueblo por defender sus propios intereses particulares, la grande e inmensa mayoría del pueblo de Torremolinos apoyamos, luchamos y vibramos con cada uno y todos los actos y pasos que se fueron dando desde 1979 a 1988, programados y llevados a cabo por los hombres y mujeres de la Junta Pro-Autonomía que, salvo algunos queridos compañeros y compañeras desaparecidos por el inexorable paso del tiempo, tenemos la fortuna de celebrar aquí en esta tarde-noche, junto con el resto de los torremolinenses, el vigésimo segundo aniversario de nuestra independencia, y tenemos también la suerte de volver a vernos y reunirnos una vez más en esta Plaza de la Independencia después de 31 años, ¡cómo si fuera ayer!".
La Interpretación de los himnos de Andalucía y España y la actuación del Ballet de Lola Márquez puso fin a este tradicional acto conmemorativo de la independencia del municipio.

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