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Desde la Bahía

Trece de mayo

Se espera la lluvia con ansia. La ruina inunda el suelo resquebrajado de los campos

Publicado: 14/05/2023 ·
21:06
· Actualizado: 14/05/2023 · 21:06
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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El que ama sin conocer tiene la fe del carbonero y el empalagoso empecinamiento de un político ideólogo. La filosofía es el amor al saber y la ciencia el pedestal en que se apoya. La ciencia que desconoce más que lo que conoce, de ahí su lucha por la evidencia, siempre tuvo en su edificio teórico y deductivo un amplio despacho, donde residir la literatura. Desprenderse de la imaginación es, en parte, desprenderse de la curiosidad por saber. Sin amor es difícil la existencia radiante de la belleza y, sobre todo, la presencia encanto. El arte nunca estará en concordancia con el número de personas que a él se dedican, ni será posible un gobierno donde todos quieran mandar.  En el ajedrez hay desde rey y reina, alfiles, torres o caballos a peones y cada uno debe saber cuál es su valía dentro de ese juego, si se quiere ganar la partida. Se empiezan a hartar las personas del sentido decorativo que quieren darle a la hipocresía. La cultura es o vulgar o superior y las academias y universidades deben defender esta valoración porque es la única forma de mantener su prestigio. Su silencio en este sentido habla a favor de que solo se desea representación.

Se espera la lluvia con ansia. La ruina inunda el suelo resquebrajado de los campos. La primavera que no ha conseguido esa agua deseada, hace devoción de sus más bellos atributos y nos sigue inundando el paisaje para gozo de nuestras retinas con la hermosura de las flores de sus árboles. Mayo, a pesar de los argumentos en contra con los que actualmente se encuentra, entre los que destaca el discurso demagogo, repetitivo y falto de realidad, que saturan sus calles y plazas, es el “mes de las flores”.

El pinar es un verdadero bosque surcado por caminos de terreno albarizo. Las pinochas, hojas en aguja de punta grande, no olvidan nunca la frondosidad del pino piñonero y mientras unas caen, nacen otras, dando perennidad a su verde belleza. El suelo se inunda de estas secas agujas quedando totalmente cubierto. Pasear por estas sendas en el silencio de la mañana hace que nuestro oído pueda captar el crujir de estas hojas al peso de nuestro cuerpo, emitiendo un sonido agradable que escapa a las notas del pentagrama musical. Un pequeño montículo se ofrece como diván para mi reposo. Todo es agradable. A lo lejos un aparato emisor dejaba evadir los versos del estribillo de una canción: Hay trece, trece de mayo, cuando me encontré contigo, adornada de una sublime declaración de amor que es mi corazón cometa y en tu mano está el ovillo. Leo un divertido capítulo sobre “la fealdad en Cervantes”. El hidalgo D. Quijote le pregunta a Sancho porqué le ha nombrado como el Caballero de la triste figura. La contestación, por parte de este, es rotunda: “porque verdaderamente vuestra merced tiene la más mala figura que jamás he visto y debela haber causado, o ya el cansancio de este combate o ya la falta de las muelas y los dientes. Si la hermosura es la primera y principal parte que enamora, no teniendo vuestra merced ninguna, no sé yo de que se enamoró la pobre Altisidora”. Mañana del trece de mayo. Recordaré siempre el caminar por tus senderos, la deliciosa lectura y la necesidad de huir de la caducifolia, que tiene todo paraje que quiera conservar perennemente su belleza.

Volver es encontrarse de nuevo con el mundo real. Los sonidos son ahora “graves” y no por el tono de los mismos, sino por los insultos, vejaciones, engaños y falsedades que sus notas encierran. Los miles de carteles colgados en las calles, con rostros de personas que quieren por cualquier medio agarrarse a las riendas del poder son indicativos de que al cautivador mes de mayo le sustraen quince días de su existencia. Se escucharán voces prometiendo hacer y realizar múltiples obras y proyectos que nos darán amplio bienestar y el ciudadano de a pie que no sea parte del rebaño, pensara: si sabían lo que tenían que hacer y tenían poder para ello, por qué no lo hicieron antes. Ya no se lee el catecismo y no se sabe nada de los pecados por omisión, pero quizás el Código Penal les ponga al día de los delitos de omisión. Y tendremos que oír que ciertas participaciones en estas elecciones próximas son legales pero no decentes, en boca de los que alcanzaron el poder gracias a la indecencia y la memoria democrática ni se sonrojará. Y encima tendremos que comulgar con ruedas de molinos y creernos que el ciudadano que no acude a votar o vota en blanco es un indeseable que no merece cobijo en el país. A veces la negación es mejor que una afirmación consentida o remunerada.

Estamos hartos de ser caballo que lleva sobre su lomo al jinete ganador que es el que cobra el premio. Queremos vivir la vida sin lazos ni bozal. No somos mascotas que se conforman con que le dejen tenderse sobre la alfombra, sino aquellos que quieren tejer esa alfombra con sus propias manos, eligiendo ellos mismos hilos y colores.  El fanatismo nunca será amor, ni la fe del carbonero nos hará felices. ¡Si todos los días fueran como la mañana del trece de mayo!

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