Andalucía, salpicada de tradiciones durante una primavera que derrite, tiene una cita con otra costumbre, mejor dicho un hábito desacralizado. Justo dentro de un mes, se celebrarán elecciones en los más de 8.000 municipios españoles y en doce comunidades autónomas entre las que no se encuentra la andaluza.
Se van cumpliendo los plazos establecidos por la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG). Ya se han presentado las candidaturas, que deberán ser proclamadas el próximo 2 de mayo, en la primera cita con las urnas de este año, ya que las generales esperan a final de 2023. Se percibe ese clima electoral, que ha subido en intensidad casi como lo han hecho las temperaturas. Desde los primeros comicios municipales de 1979, con el inicio de la democracia, las institucionales locales se han convertido en la base de la participación ciudadana. Los consistorios están en la primera trinchera de la gestión y con escasos carros de combate. Asumen, con financiación insuficiente, sus competencias y las de otras administraciones por esa condición de ser la institución más cercana al ciudadano. De ahí, la importancia de los comicios del 28 de mayo.
Ya se pueden ir preparando para la atrezzo electoral. Carteles -cada vez menos-, banderolas, folletos, propaganda analógica y digital. Por tierra, mar y aire. Las caras de los candidatos, con la mejor posible de sus poses, ornamentarán -o no- las calles de los municipios andaluces cuando arranque la campaña, el próximo 12 de mayo. Unos comicios que se antojan apasionantes, en los que se determinará si Juanma Moreno trasladará su apabullante triunfo de las autonómicas de 2022 a las entidades locales o, por el contrario, dará los primeros síntomas de desgaste electoral. Será, además, una reválida para el líder de los socialistas andaluces, Juan Espadas, aunque -ya se sabe- en esto de las municipales prima el candidato antes que las siglas. La amalgama de los partidos de izquierda no aventura nada bueno. Esa división será penalizada por los ciudadanos, pero también por la Ley D’Hondt. La certificación de que Ciudadanos es un partido residual, al borde de la desaparición, parece un hecho; tanto como que los concejales electos de Vox pueden ser determinantes para la gestión de cientos de casas consistoriales andaluzas. Las certezas, el 28M. Con la fresquita.
