Como hoy me he levantado un poco molesto con el entorno –cabreado por todo en castellano profundo- he decidido montarme un blog, para lo cual recitaré un estatutario fiel que regirá mi conducta en ésta mi nueva ventana al mundo y a una humanidad cuya evolución no se entiende sin esta iniciativa que ahora emprendo. Uno. Seré independiente que te cagas casi todo el rato o, como poco, lo pareceré. Dos. Me sentaré al lado derecho de Dios, no el argentino que juega en el Barsa, el otro, para así poder juzgar a todo el mundo sin dar nombres, eso sí, que el juzgado sale caro y ni Dios se libra. Tres. Como el blog no da para comer, ni para beber, usaré su mucha o poca influencia para estar en el candelabro mediático y pedir colaboración, vía política, remunerada en otros medios. Llegado a este punto, revisar y/o matizar punto uno. Cuatro. Presidiré, o al menos lo intentaré, una Asociación de la Prensa, que da prestigio y se sale mucho en la foto y, así, sentado junto a Dios que, insisto, no es argentino, podré defender a esos mismos a los que vengo apuñalando desde toda la vida. Porque, de hecho, me voy a volver taco de sensible y comprometido desde ya. Cinco. Por supuesto, siempre anunciaré que voy a contar cosas, aunque nunca lo haga, pero eso da morbo y crea una expectación del quince. Pobres… Seis. Salga la primicia que salga y sea en el medio que sea, siempre diré que ya lo conté yo antes. Queda bien, nadie replica ni comprueba y seguro que más de uno se lo traga, lo cual suma. No olvidar –lo señalo para estudiármelo bien luego- siempre hacer la pelota al medio al que, por una razón u otra, quiera pelotear… No sea que haya hueco o me levanten una colaboración y yo sin la tarea hecha. Siete. Siempre dejaré en el aire la sensación de que sé mucho más de lo que cuento, pero callo por prudencia, consideración a mi fuente, respeto al ciudadano y, sobre todo, por compromiso social. Suena ferpecto, perdón, perfecto –poner siempre coletilla “seguiremos informando” o “otro día hablaré de…”, queda genial-. Ocho. A pesar de la nebulosa que siempre rodeará mi crítica hacia los demás, me pillo un cabreo bestial cada vez que alguien insinúa lo más mínimo sobre mí. Faltaría plus. Nueve. Seré independiente que te cagas -¿Lo he dicho ya…? Será que me cuesta memorizar este punto-. Y diez. Cuando encuentre trabajo en la administración pública o en un medio serio y bien remunerado, donde incluso me paguen la seguridad social y se prestigie y considere mi dilatada trayectoria, dejaré el blog o, al menos, lo atenderé a ratitos porque “estaré muy ocupado” para perder el tiempo haciendo el tonto. Ya está. Lo imprimo, me lo estudio y en ná soy un bloguero crítico, en dos palabras, acojo-nante.
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